Se trata de una expresión
coloquial muy al uso en las islas que hoy hace referencia a los muy variados
itinerarios de tabernas y bares tradicionales donde se saborean pizcos y enyesques, lugares que en las islas orientales son llamados "bochinches"
y en las occidentales "guachinches", si bien ya se
confunden.
El diccionario de
canarismos de la ACADEMIA CANARIA DE LA
LENGUA, sin concretar la localización de su uso, recoge actualizados el
primero como «bochinche. 1. m. 'Sitio
o tienda de carácter popular donde se sirven comidas típicas y vino del país'.
Él es más de bochinches que de restaurantes finos» y el segundo lo remite al primero «guachinche.
1. m. Bochinche».
Teniendo su origen en el
término "buchinche" como veremos más adelante, Agustín
Millares Cubas en el prólogo del léxico de Gran Canaria la incluye dentro del
grupo de americanismos o cubanismos «A
este grupo pertenecen guagua, güiro,
guineo, buchinche, ñanga, ñangueta, embullo, tenderete, singuango y tantas
otras, entre las cuales se destaca la deliciosa interjección fó».
Es a partir de este "buchinche"
cuando se produce la degeneración en "guachinche" de usos en
las distintas islas, como ocurre también con la voz dada el millo tostado "cochafisco"
que termina en "guachafisco" o "guachatisco". Algunas
fuentes sostiene que pudo obedecer a la consideración de que tuviera su origen
en los llamados "guanchismos"
de la lengua muerta aborigen, por ese intento de dar una lectura fonética pura
que se hacía desde la raíz "wa_".
Su origen etimológico
nos lo ofrece el recurrido profesor Joan Coromines, quien nos ilustra además de
sus diferentes acepciones que iremos desarrollando: «bochinche 'bulla,
alboroto', s. XIX. El sentido originario parece ser el de 'tabernucho' (local
bullanguero), vivo en Asturias y Canarias, y primitivamente 'sorbo' (por los
muchos que se toman en una taberna) acepción que en la forma 'bochincho' se
documenta en 1565 y sobrevive en Mérida: derivado de buche en el sentido de 'sorbo, enjuague'; de bochinche se extrajo regresivamente boche 'alboroto' en la costa americana del Pacífico».
Vayamos viendo
progresivamente la acepción que el canarismo recibía en las islas. Los hermanos
Millares Cubas recogen «BUCHINCHE.- Local estrecho, pobre,
miserable. Se aplica a los tenduchos, tabernas y fondas de mala muerte. — ¿Ven
ustedes a don Mamerto, el de la calle de Triana? Pues yo le conocí con un buchinche, frente a la Recoba vieja».
Después Pancho Guerra recoge un significado muy parecido: «BUCHINCHE.-
Tenducho de comestibles o bebidas sin sol, sin luz y con moscas, mísero el
local y mísera la mercancía. El Diccionario de la Academia no lo registra en la
edición de 1939. Don Julio Casares lo hace figurar en su Ideológico con la
acepción de "tienda o habitación de aspecto mezquino"».
La referencia al DRAE que nos hace Pancho Guerra aconseja conozcamos
la versión actual, primero de igual entrada «buchinche. 1. m. Café, taberna, tienda
pequeña de aspecto descuidado», y ahora la entrada más al uso actual en las
islas y en América, en sus tres acepciones:
«bochinche. (De bochincho 'sorbo', y
este derivado de buche). 1. m. Tumulto, barullo, alboroto,
asonada. 2. m. Ext. buche (‖ porción de líquido). 3. m. coloquialmente Panamá.
Chisme, a veces calumnioso, contra una persona o familia, que cobra mayor
proporción y maledicencia a medida que pasa de una persona a otra». Dado que lo establece como derivado de buche del que procede el canarismo,
veamos ahora la acepción que nos incluye sobre este término «Buche:
3. m. Porción de líquido que cabe en la boca».
Probablemente a las islas el término fuera introducido por los
gallegos, pues la definición más completa de lo que aquí conocemos la
encontramos en el Diccionario
Enciclopédico Gallego-Castellano (RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, E., 1961), quienes
también emigraron a América y compitieron allí con los canarios:
«BOCHINCHE
s.m. Tienda o taberna donde se venden vinos, aceite, licores y comestibles; BUCHINCHE ≡ El BOCHINCHE tiene
generalmente en la parte interior unas mesas de madera o mármol y unos bancos también
de madera, donde los parroquianos hacen tertulias por las noches jugando al
dominó y al tute, a la brisca u otros juegos de naipes». Incluye otra entrada para el oficio de BOCHINCHEIRO o BUCHINCHEIRO para el dueño o el que está al frente del mismo.
En su obra costumbrista Las
Memorias de Pepe Monagas, Pancho Guerra lo utiliza para las dos acepciones
más conocidas en las islas, pues sobreentiende que son causa y efecto, dado que
los abusos de los "pizcos"
pueden acabar en "alborotos".
Y de la causa «Manejando como
aquella pollería manejaba, no era extraño que casi arreo se tirara en jaraneras
partidas a la calle, amando, particularmente los sábados; ranchos de serenata
alrededor de bandurrias, guitarras y timples. Tampoco era raro que al soco de
las enamoradas rondas fueran los de la alegranza mamándose de mistela, ron o
yerbitas, hasta ensoparse, levantando al cabo tales buchinches que como no fuera un regimiento, aquello no lo
metía en cintura ni el médico chino».
A su inevitable efecto «Salí por
entre las patas de los maúros como pejinillo de chinchorro, dejando encendida
una "guerra caliente", como ahora llaman. Porque, conforme yo
esperaba, el indiano de mis turrones estuvo cierto de que quien le soltó la
cachetada fué el relinchante bisojo que tenía a estribor. Se armó un buchinche de piñas y botellazos como yo he visto pocos a lo
largo de mi vida. Me lo gocé desde la puerta, empajándome, y esperando que
los del potaje se pusieran como barras de conserva. Una vez que los consideré
blandeados del cansancio y la mano de componte que se repartieron como hermanos,
entré por mi botín. Yo también había sido combatiente.»
Habría que añadir que cuando las voces viajan de un lado a otro del
Atlántico, algunas de ellas adquieren un determinado e importante significado,
por el bautizo histórico que recibieran por su uso concreto por un significado
protagonista de su historia. Y no debemos dejar de mencionarlo cuando se trata
de nuestra llamada "octava isla" como llamamos a
los Estados Unidos de Venezuela, donde el término es utilizado para identificar al recurrente mal del
país e inclusive al "conchabo"
político que en él se ha dado.
Es así que en Venezuela “bochinche”
es “Desorden, bullicio y desorganización”
según el Diccionario de venezolanismos
de la UCV (ACADEMIA VENEZOLANA DE LA LENGUA). También la recoge el Diccionario del habla actual de Venezuela
(ROCÍO NÚÑEZ, R. y PÉREZ, F.J.) como expresión coloquial «1. Desorden o confusión de objetos en un lugar. 2. Reunión desordenada
y ruidosa de personas. 3. Diversión, especialmente una fiesta o reunión. 4.
Pelea ruidosa».
Pero quien la haría prosapia histórica para el ámbito político y de gobierno
en Venezuela sería a principios del siglo XIX , el caraqueño más universal Francisco de Miranda,
intelectual y vanguardista, valorado como talentoso y seductor por su proyecto emancipador,
quien fracasó temporalmente por las traiciones de las que fue objeto.
Cuentan sus biógrafos que Francisco de Miranda, al ser arrestado en La
Guaira, en 1812 por Bolívar y otros jóvenes impetuosos, a raíz de la
capitulación concertada con el jefe español Domingo Monteverde, exclamó: “¡Bochinche,
bochinche! Aquí no saben hacer sino bochinche!”, famosa frase que quedó
para la posteridad que retrata bien el modo de ser de los venezolanos con el
significado de “gobernar” y “reinar” sobre el caos que allí acontece cíclicamente.
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