martes, 31 de diciembre de 2013

Me enteré de remplón




"de Remplón" es una de locuciones o expresiones de nuestro léxico que continúa muy arraigado su uso asociada a muchas acciones verbales para denotar la gran rapidez de la acción, y de la que se desconoce su origen. El académico Agustín Millares Cubas nos aporta el significado de «De golpe, de una sola vez. —"El estanque se llenó de remplón"».

Pancho Guerra nos ofrece unos años más tarde mayor información y trata de apuntar alguna teoría sobre su desconocido origen: «De repente, inopinadamente. ("Me agarró de remplón y me tiró al suelo." V. Corominas: "choclar"). Movimiento súbito de aparición o de acción en algún caso: "de remplón ... hizo tal o cual cosa". De remplón: de golpe y zumbido. Súbitamente, de golpe. Debe provenir de "empujón", de "rempujón"».

El diccionario de la Academia Canaria de la Lengua concreta su actual uso en Fuerteventura y Gran Canaria, y añade poco más de lo ya adelantado por los anteriores autores: «De sopetón, súbitamente. "Se levantó de remplón, y echó a correr"».

Volviendo a su desconocido origen, es oportuno citar que esta expresión la recoge el escritor y político mexicano Alejandro Gómez Maganda (1910-1984), quien en su obra ¡Cómo dice el dicho! (1963) cita textualmente «A ésto, se le dice en nuestra jerga popular: ¡ECHARSELAS, CRUZADAS!: de al tiro, de un remplón, en un sólo y continuado trago; para de una buena vez, encontrar "la voluntad en el fondo" de la botella, de la copa o el vaso.», de donde se infiere su uso coloquial también en México, a donde pudo llegar o de donde pudo venir.   

La expresión la incluye en sus obras Cuentos cobardes (1977) y Cada cual arrastra su sombra (1988), el escritor, periodista y profesor Víctor Ramírez Rodríguez, como el también periodista y escritor José Antonio Alemán Hernández, en su novela La quimera del islo (1986), ambos miembros de la Academia Canaria de la Lengua. También es utilizada por la escritora Maria Dolores de la Fe en su obra Isla espiral (1982).

Su uso por escritores contemporáneos de renombre no lo es exclusivamente por ser conocedores del léxico canario; lo es por tratar de temas de nuestro tiempo en sus obras, recogiendo en ellas las expresiones que siguen vivas en el lenguaje coloquial de las islas. Como botón de muestra de ello, un rápido o "remplón" margullo por la hemeroteca de la prensa local para descubrir su mención:

"...Por otra parte, es tal el ambicioso mercantilismo que a Jesucristo, de remplón, lo han hecho 'prematuro'. ¿No se han dado cuenta que ya en noviembre, de crisantemos y difuntos, nos cuelgan el 'Belén' en la mayoría de centros comerciales?" (Canarias7, Isleño 24.12.2011)

Sólo nos queda para un día como hoy que rompemos un nuevo año, que nadie tenga con las uvas el atrevimiento de presumir con que "Se las tomó de remplón", no sea que le agüe la noche a sus acompañantes pues "atragantarse" tiene otra acepción "Causar fastidio o enfado". Una a una, hasta las doce y buena noche.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Ya está mirando para el cañizo




Esta locución pronunciada por persona adulta, iba dirigida a los aprendices de chicos jóvenes cuando ya empezaban a fijarse en las chicas, cuando se estimaba que eran sus primeros escarceos amorosos. En ocasiones todavía suele oírse en algunos pueblos de las islas.

Pancho Guerra nos deleita con una cita en sus Memorias de Pepe Monagas: «Cuando nuestros respectivos cascarones se quedaron en el camino, definitivamente desprendidos, con lo cual ya podíamos mirar para el cañizo sin aguantar bromitas y sin andar tapujados, seguimos aparentemente igual. Pero en el fondo surgió una situación nueva. Soledad se desandó porque yo acudiera al engodo con que a dos manos, aunque sin malas mañas, ni relajos, eso si, llenaba cada día el trocito de marea de su pulido y azulado patio. Yo seguía emperrado en la cómoda y ancha libertad de mi primer tiempo, dispuesto a defenderla con uñas y dientes de toda tarraya, aunque la lanzara su linda y geitosa figurilla. i Infeliz de mí, que ignorante del poderoso jalío del amor, quería navegar como en los tiempos de La Loma y Las Arenas!».

El mismo autor nos cuenta de su origen: «Mirar para el cañizo: hombrear, especialmente respecto a mujeres, mostrándose los chicos prematuramente enamoradizos». Tal procedencia la apunta en la entrada CAÑIZO (Cañiso) a su léxico, donde da su definición «Utensilio casero fabricado con trozos de cañagruesa, sin astillar, que, montados estrechamente, arman una especie de caja. Es recipiente muy socorrido en los hogares campesinos, donde se le emplea para guardar viandas, en especial el queso. Por lo común se le suspende en el aire mediante cuerdas para evitar el acceso de gatos y ratones».

Nos apunta también sus certeras conjeturas sobre el origen de la referencia al cañizo y que es debido a «Las especiales cosas de comer que el utensilio guarda y su relativa inaccesibilidad, que lo hacen goloso y difícil al tiempo, parecen explicar esta popular locución, "El cañizo y las hembras son para gente hecha y derecha y no para vagañetes". El adjetivo vagañetes en este caso no hace referencia a los naturales de Tazacorte en La Palma, sino a niños traviesos o pícaros.

Las definiciones que nos aporta el diccionario de la Academia Canaria de la Lengua sobre el cañizo que contemplamos en la fotografía de la FEDAC, son más amplias y aporta cuatro acepciones conforme a sus aprovechamientos:

« 1. m. Armazón, generalmente de caña, que, formando una plataforma, sirve para colocar el queso con la finalidad de que se oree o para ahumarlo. 'Este año el queso está escaso: nunca tengo más de dos en el cañizo'. 2. m. Hierro.  Plancha de caña y cordel para ahumar el queso. 3. m. Secadero para el queso. 4. m. La Palma. Caja de madera que dispone de una puerta lateral para meter los quesos que se van a ahumar y cuyo fondo está emparrillado con tiras de madera. Se situaba, generalmente, sobre las cocinas de leña».

Tal ampliación de aprovechamientos en las islas, ha permitido que variando su diseño se preserve su nombre de forma generalizada en todas, respetándose también en las actuales queserías artesanales, que han tomado del antiguo cañizo de los ambientes familiares sus buenas funciones y diseño, para construir otros de mayor tamaño donde son colocados el mayor número de quesos que se elaboran.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Cochino mordido no juega con perros




Este decir guarda relación con los escarmientos a los osados y atrevidos que abusan de la confianza de la personas hasta el extremo de importunar y sobrepasarse más allá de lo tolerable.

Recoge Pancho Guerra en su léxico una voz de las islas muy apropiada al caso que nos ocupa: «ZAFADO-(Safado).- Desenvuelto, osado, "repipi", que se pasa de listo. (Ya figura registrado en el Diccionario como canarismo y americanismo: "descarado", "atrevido".)»

La Academia Canaria de la Lengua igualmente incluye en su diccionario esta voz y las locuciones recopiladas, aportando dos acepciones para este adjetivo, la primera común a todas las islas y la segunda recogida en Fuerteventura y Tenerife con otra intencionalidad: «zafado, da. 1. De modales irrespetuosos, de palabra libre y desenvuelta. "Él es tranquilo, pero hoy, como está con los primos, está zafado". 2. adj. Ligero de mano, que pega sin mayor motivo. "Al mayor el padre le tuvo que llamar la atención porque era muy zafado con los hermanos".

Pancho Guerra menciona también el baile silábico que en las islas se daba a la voz castellana "pejiguera", incluyendo en nuestro léxico el hasta poco tiempo atrás muy usual «PEGUIJERA(Pejiguera).-Problema pesado; persona latosa. Lata, patosería. El que la da es un "peguijera". (El Diccionario registra "pejiguera" con sentido parecido)».

La intencionalidad en el decir nos conduce a la única solución que puede tener un "zafado" o un "peguijera"; no es otra que escarmentarlo, como aquel cochino que pretende introducirse en el espacio vital de los perros, con su particular gruñido "¡oenc, oenc, oenc ...!", que de tanto incordiar termina por llevarse el mordisco y salir corriendo.

El propio DRAE recoge en su tercera acepción la finalidad didáctica del verbo intransitivo "escarmentar" «Tomar enseñanza de lo que alguien ha visto y experimentado en sí o en otros, para guardarse y evitar el caer en los mismos peligros», que además tiene su particular interpretación en el refranero castellano "De los escarmentados, nacen los avisados".

sábado, 21 de diciembre de 2013

Voy a cambiarle el agua a los chochos




Hasta hace pocos años, cuando entre un grupo de amigos alguien pronunciaba este decir o locución, manifestaba de esta manera cierta necesidad apremiante de ir a orinar o mear, en la expresión más vulgar.

El origen de esta locución está precisamente en la micción rápida, por la gran cantidad de orina acumulada en la vejiga que al caer con un gran flujo en el inodoro o retrete produce la formación de espuma que se considera normal. Según los galenos, sólo la persistencia de la espuma puede ser motivo de preocupación si es debida a la presencia de proteínas en la orina, que cuando es elevada se conoce en la medicina como "proteinuria".

La expresión metafórica en el decir guarda relación con el proceso para endulzar los conocidos chochos o altramuces, que después de hervidos se dejan en agua fría y sal marina durante una semana, agua que se debe cambiar dos veces al día para eliminar las espumas y suciedades que desprenden los chochos durante su reposo en agua.

Incorrectamente se ha creído que el decir guardaba relación con el orín de personas en avanzada edad. Probablemente esta creencia naciera de entender que derivaba del verbo "chochear", del que el DRAE nos aporta el significado de «Tener debilitadas las facultades mentales por efecto de la edad»; y una segunda acepción coloquial «Extremar el cariño y afición a personas o cosas, a punto de conducirse como quien chochea».

Este verbo "chochear" deriva de la voz onomatopéyica de "chocho", de la recreación del sonido de algo en ese vocablo "chocho". Ese algo nos lo aproxima Joan Coromines en su Diccionario Etimológico de la lengua castellana cuando recoge «chocho 'caduco, que chochea', 1611. Parece ser la misma palabra que el portugués chócho '(huevo) huero, podrido' y el castellano clueco 'chocho, caduco'; procedentes ambos del nombre de la gallina que empolla -en la forma clueca y en otras variantes-, porque el viejo achacoso debe permanecer inmóvil como la gallina clueca».

Por su estrecha relación con las islas, parece oportuno referir del amor y gran desamor que mantuvieron Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós, y de la contada anécdota, cuando ya mayores se cruzan, ella bajando una escaleras y él subiéndolas jadeante, dedicándose las siguientes frases.


Le dice doña Emilia en tono burlón por su jadear:
- ¡Adiós, viejo chocho!
 
Nuestro paisano don Benito, haciendo gala de su acreditada sagacidad no perdió la oportunidad y replicó: 
- ¡Adiós, chocho viejo!

No es casual, ni tampoco soez, la réplica de Pérez Galdós, pues son muchos los testimonios de su afición por observar al pueblo llano, prestando especial atención a sus medios de expresión, para comprender y explotar el habla coloquial y su incorporación a su extensa obra literaria, como hiciera Miguel de Cervantes. Se inspiró en la fuente directa del habla común, de la clase media, de sus conversaciones espontáneas, de su acierto y oportunidad en el uso de las locuciones.

En su extraordinaria obra, utiliza aquellas fórmulas que los académicos consideran coloquiales, familiares e incluso vulgares, y así nos deleita con un interminable lenguaje coloquial incorporando todo tipo de locuciones o formas de hablar; frases proverbiales, unas acabadas, otras aludidas, otras alusivas a personajes o hechos históricos, algunas trabucadas; refranes completos, incompletos o aludidos; sentencias y alusiones literarias, destacando las de Cervantes e incluso bíblicas; además del metafórico diccionario popular de identificar personas y cosas, con plantas u otros objetos.

Toda la riqueza del lenguaje coloquial y popular elevado al máximo exponente literario, lo que permite considerar su réplica a su muy amada primero, y, muy desamada después Emilia Pardo Bazán, como una expresión muy natural con su extraordinaria y celebrada forma de escribir. En la correspondencia entre ambos, de los tiempos de amores, nos dejaron buenas muestras de ese lenguaje.