viernes, 16 de mayo de 2014

Hacer argollas




Se trata de una expresión coloquial muy al uso sólo en las islas, siempre en el escenario laboral, entendiéndose en la actualidad que hacer argollas en el trabajo, no es otra cosa que hacer lo que sea menos trabajar, y de cuyo origen no se han realizado conjeturas algunas.

Tan sólo Pancho Guerra recoge en su léxico grancanario: «ARGOLLAS (HACER).- Se dice de los que emplean recursos maliciosos para descuidar la obligación, y de los que abandonan el trabajo y distraen el tiempo vanamente».

Con anterioridad los hermanos Millares Cubas incluían la siguiente expresión coloquial, ya en desuso: «TENDERSE A LA PANCA.- Es el descanso profundo, total, deleitoso del que se acuesta a sus anchas, dejando caer los miembros desmayados y lacios, resuelto a no moverse ni a ocuparse en nada. Más que al reposo del trabajador, se aplica a la desidia del holgazán», marcando cierta distancia en su aplicación como bien dicen al "reposo del trabajador".

De la voz "panca" ya en desuso, que puede provenir del portugués "pança" con significado en español de "panza", tenemos registrado por la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA el canarismo al uso en Tenerife de «pancada. 1. f. Tf.  Hartazgo. 'Está así de gordo de las pancadas de potaje y gofio que se come'».

Sin embargo con lo manifestado por los hermanos Millares Cubas en su léxico de la expresión coloquial TENDERSE A LA PANCA, con posterioridad Pancho Guerra toma prestado el término de "panca" y nos aporta un significado más entendible a los tiempos actuales «PANCA(A LA).- Tendido "a la bartola". Postura cómoda», pues nos remite a una locución adverbial recogida en el DRAE:

«bartola. (De Bartolo, acort. de Bartolomé). a la ~. 1. loc. adv. coloq. Descuidando o abandonando el trabajo u otra actividad. Echarse, tumbarse a la bartola. 2. loc. adv. coloq. Despreocupándose, quedando libre de toda inquietud o preocupación».

La remisión que por analogía nos hace Pancho Guerra a la castellana "bartola", en su primera acepción nos introduce en el escenario laboral que los hermanos Millares Cubas habían excluido, y así en su publicación Las Memorias de Pepe Monagas incluye una secuencia que nos describe ese escenario «Después estuve un tiempo dando tambucazos, sin pegarle a nada, quitando alguna mano que le echaba a los de mi rancho en aretes para el turrón y en el turrón mismo. También solía subirme a las lomas y tumbarme a la panca a ver volar contra el cielo de la media tarde los suspensos y altos cometones, que eran como gallos soberanos y dos en el corralillo de las cometas».

De cómo pudo sustituirse la locución Tenderse a la panca por la actual Hacer argollas con igual sentido, algunas conjeturas podrían hacerse que nos llevaran al sentido figurado o real de la misma.

Tiempos atrás mientras se trabajaba, era normal observar ese cigarro a medio consumir que se mantenía apagado en la comisura de los labios, aguardando de alguna forma que el fumador acercara la lumbre para echarse una buena calada de humo, y ello sin parar de trabajar, pues cuando se paraba era para dar cuenta del almuerzo o simplemente reponer fuerzas y "pegar" de nuevo.

Podía ser así por ese mal llamado cigarrillo de entonces, al que podíamos calificar de "autoregulable", pues en su gran mayoría eran de esos que se liaban con "jebra" de tabaco dentro de una seleccionada "camisa" de piña, o con ese papel de arroz de eses cajitas rojas de siempre, o en el mejor de los casos, que se tratara de un tabaco "briginio" ya preparado.

Veamos lo que nos dice Pancho Guerra de esos canarismos para saber de lo que hablamos:
HEBRA(Jebra).- Tabaco elaborado en forma de filamentos cortos; era el más usual entre fumadores isleños.
CAMISA.- Vaina membranosa que cubre la piña o mazorca de maíz. En castellano, "farfolla". La Academia recoge también el murciano "perfolla", el argentino "gallarofa" y "panca", voz quichue o de los indios de cierta región peruana.
VIRGINIO.- Cigarrillo fuerte, de tabaco negro, usado también sin liar, que suele fumar preferentemente la gente del pueblo. Fueron famosos los cartabuches, los de Viera, los de Kruger, etc. Vulgarmente se le dice "Tabaco briginio". Deberá su nombre a su procedencia de Virginia.
Necesariamente no parece guardar relación la voz quechua (Perú) "panca" con nuestra antigua locución adverbial, pero no deja de ser curioso que así sea.

La desaparición de estos viejos cigarrillos con la comercialización de los actuales cigarrillos, mucho más industrializados y con aditivos que facilitan su combustión aún cuando no se aspiren, terminaría por obligar a los trabajadores a parar en su trabajo manual para fumar por la dificultad de mantenerlo encendido en los labios, lo cual comportaría en aquellos trabajos de gran esfuerzo físico aprovechar para tenderse y recuperar las fuerzas.

De alguna forma esta relajación mientras se fumaba podría conllevar la expulsión del humo formando aros o "argollas", acción que todos aquellos que hemos fumado en algún momento de nuestra vida, hemos experimentado como una buena sensación. La sorprendente aparición del encargado o jefe que observa esta escena, debió desencadenar con enojo la pregunta ¿Qué, haciendo argollas?, esperando como única respuesta que el trabajador volviera al trabajo.

Si una secuencia normal como la descrita pudo suceder, no resultaría nada extraño que con el paso del tiempo la costumbre arraigara y se popularizara la locución Hacer argollas, perdiéndose el rastro de cuándo y cómo surgió, aún cuando el tiempo transcurrido no sea mucho por la velocidad con la que ahora vivimos y poco nos detenemos en los pequeños detalles.


sábado, 3 de mayo de 2014

Nos vamos de bochinches




Se trata de una expresión coloquial muy al uso en las islas que hoy hace referencia a los muy variados itinerarios de tabernas y bares tradicionales donde se saborean pizcos y enyesques, lugares que en las islas orientales son llamados "bochinches" y en las occidentales "guachinches", si bien ya se confunden.


El diccionario de canarismos de la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA, sin concretar la localización de su uso, recoge actualizados el primero como «bochinche. 1. m. 'Sitio o tienda de carácter popular donde se sirven comidas típicas y vino del país'. Él es más de bochinches que de restaurantes finos» y el segundo lo remite al primero «guachinche. 1. m. Bochinche».


Teniendo su origen en el término "buchinche" como veremos más adelante, Agustín Millares Cubas en el prólogo del léxico de Gran Canaria la incluye dentro del grupo de americanismos o cubanismos «A este grupo pertenecen guagua, güiro, guineo, buchinche, ñanga, ñangueta, embullo, tenderete, singuango y tantas otras, entre las cuales se destaca la deliciosa interjección ».


Es a partir de este "buchinche" cuando se produce la degeneración en "guachinche" de usos en las distintas islas, como ocurre también con la voz dada el millo tostado "cochafisco" que termina en "guachafisco" o "guachatisco". Algunas fuentes sostiene que pudo obedecer a la consideración de que tuviera su origen en los llamados "guanchismos" de la lengua muerta aborigen, por ese intento de dar una lectura fonética pura que se hacía desde la raíz "wa_".


Su origen etimológico nos lo ofrece el recurrido profesor Joan Coromines, quien nos ilustra además de sus diferentes acepciones que iremos desarrollando: «bochinche 'bulla, alboroto', s. XIX. El sentido originario parece ser el de 'tabernucho' (local bullanguero), vivo en Asturias y Canarias, y primitivamente 'sorbo' (por los muchos que se toman en una taberna) acepción que en la forma 'bochincho' se documenta en 1565 y sobrevive en Mérida: derivado de buche en el sentido de 'sorbo, enjuague'; de bochinche se extrajo regresivamente boche 'alboroto' en la costa americana del Pacífico».


Vayamos viendo progresivamente la acepción que el canarismo recibía en las islas. Los hermanos Millares Cubas recogen «BUCHINCHE.- Local estrecho, pobre, miserable. Se aplica a los tenduchos, tabernas y fondas de mala muerte. — ¿Ven ustedes a don Mamerto, el de la calle de Triana? Pues yo le conocí con un buchinche, frente a la Recoba vieja».


Después Pancho Guerra recoge un significado muy parecido: «BUCHINCHE.- Tenducho de comestibles o bebidas sin sol, sin luz y con moscas, mísero el local y mísera la mercancía. El Diccionario de la Academia no lo registra en la edición de 1939. Don Julio Casares lo hace figurar en su Ideológico con la acepción de "tienda o habitación de aspecto mezquino"».


La referencia al DRAE que nos hace Pancho Guerra aconseja conozcamos la versión actual, primero de igual entrada «buchinche. 1. m. Café, taberna, tienda pequeña de aspecto descuidado», y ahora la entrada más al uso actual en las islas y en América, en sus tres acepciones: «bochinche. (De bochincho 'sorbo', y este derivado de buche). 1. m. Tumulto, barullo, alboroto, asonada. 2. m. Ext. buche ( porción de líquido). 3. m. coloquialmente Panamá. Chisme, a veces calumnioso, contra una persona o familia, que cobra mayor proporción y maledicencia a medida que pasa de una persona a otra». Dado que lo establece como derivado de buche del que procede el canarismo, veamos ahora la acepción que nos incluye sobre este término «Buche: 3. m. Porción de líquido que cabe en la boca».


Probablemente a las islas el término fuera introducido por los gallegos, pues la definición más completa de lo que aquí conocemos la encontramos en el Diccionario Enciclopédico Gallego-Castellano (RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, E., 1961), quienes también emigraron a América y compitieron allí con los canarios: 

«BOCHINCHE s.m. Tienda o taberna donde se venden vinos, aceite, licores y comestibles; BUCHINCHE ≡ El BOCHINCHE tiene generalmente en la parte interior unas mesas de madera o mármol y unos bancos también de madera, donde los parroquianos hacen tertulias por las noches jugando al dominó y al tute, a la brisca u otros juegos de naipes».  Incluye otra entrada para el oficio de BOCHINCHEIRO o BUCHINCHEIRO para el dueño o el que está al frente del mismo.


En su obra costumbrista Las Memorias de Pepe Monagas, Pancho Guerra lo utiliza para las dos acepciones más conocidas en las islas, pues sobreentiende que son causa y efecto, dado que los abusos de los "pizcos" pueden acabar en "alborotos".


Y de la causa «Manejando como aquella pollería manejaba, no era extraño que casi arreo se tirara en jaraneras partidas a la calle, amando, particularmente los sábados; ranchos de serenata alrededor de bandurrias, guitarras y timples. Tampoco era raro que al soco de las enamoradas rondas fueran los de la alegranza mamándose de mistela, ron o yerbitas, hasta ensoparse, levantando al cabo tales buchinches que como no fuera un regimiento, aquello no lo metía en cintura ni el médico chino».


A su inevitable efecto «Salí por entre las patas de los maúros como pejinillo de chinchorro, dejando encendida una "guerra caliente", como ahora llaman. Porque, conforme yo esperaba, el indiano de mis turrones estuvo cierto de que quien le soltó la cachetada fué el relinchante bisojo que tenía a estribor. Se armó un buchinche de piñas y botellazos como yo he visto pocos a lo largo de mi vida. Me lo gocé desde la puerta, empajándome, y esperando que los del potaje se pusieran como barras de conserva. Una vez que los consideré blandeados del cansancio y la mano de componte que se repartieron como hermanos, entré por mi botín. Yo también había sido combatiente.»


Habría que añadir que cuando las voces viajan de un lado a otro del Atlántico, algunas de ellas adquieren un determinado e importante significado, por el bautizo histórico que recibieran por su uso concreto por un significado protagonista de su historia. Y no debemos dejar de mencionarlo cuando se trata de nuestra llamada "octava isla" como llamamos a los Estados Unidos de Venezuela, donde el término es utilizado para identificar al recurrente mal del país e inclusive al "conchabo" político que en él se ha dado.


Es así que en Venezuela “bochinche” es “Desorden, bullicio y desorganización” según el Diccionario de venezolanismos de la UCV (ACADEMIA VENEZOLANA DE LA LENGUA). También la recoge el Diccionario del habla actual de Venezuela (ROCÍO NÚÑEZ, R. y PÉREZ, F.J.) como expresión coloquial «1. Desorden o confusión de objetos en un lugar. 2. Reunión desordenada y ruidosa de personas. 3. Diversión, especialmente una fiesta o reunión. 4. Pelea ruidosa».


Pero quien la haría prosapia histórica para el ámbito político y de gobierno en Venezuela sería a principios del siglo  XIX , el caraqueño más universal Francisco de Miranda, intelectual y vanguardista, valorado como talentoso y seductor por su proyecto emancipador, quien fracasó temporalmente por las traiciones de las que fue objeto.


Cuentan sus biógrafos que Francisco de Miranda, al ser arrestado en La Guaira, en 1812 por Bolívar y otros jóvenes impetuosos, a raíz de la capitulación concertada con el jefe español Domingo Monteverde, exclamó: “¡Bochinche, bochinche! Aquí no saben hacer sino bochinche!”, famosa frase que quedó para la posteridad que retrata bien el modo de ser de los venezolanos con el significado de “gobernar” y “reinar” sobre el caos que allí acontece cíclicamente. 

jueves, 1 de mayo de 2014

El destuerzo se lo arregló el estelero




Nos encontramos con un decir tan nuestro que pronunciado fuera de las islas nadie entendería de su significado, y más aún cuando el canarismo "estelero" es exclusivo de los grancanarios.

Si bien la voz "destuerzo" puede deducirse que es un arcaico derivado para denominar la acción del verbo "destorcer", el significado que para el mismo aporta el DRAE, «Deshacer lo retorcido aflojando las vueltas o dándolas hacia la parte contraria», no termina por definir aquel que tiene en las islas, que tampoco es recogido por el Diccionario de Canarismos de la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA.

Esta expresión, que en ocasiones se oye también como "estuerzo", es recogida por Pancho Guerra en su léxico, quien nos incluye algunas frases: «DESTUERZO (Destuerso).- Quiebro o quite que por reflejo defensivo hace el cuerpo ante la inminencia de una caída, lo mismo en accidente que en el ejercicio de un deporte, especialmente el de la lucha canaria, o ante la acometida de un animal. Dislocación de huesos o de articulaciones, en particular los de los pies, originada por un golpe, un mal paso o una caída.

“El beserro me tiró un cabe tan malamañado que si no espabilo y me estuerso, me mete los tarros hasta el pescueso". “El Pollo de Tacoronte calsó por El Palmero, y cuando éste ya paresía sin escapatoria, hiso un estuerso y se escarranchó otra ves en el terrero”. Destuerso es sinónimo de “esguince” en ambas acepciones y de “regate” en la primera. Como cosa curiosa diremos que el isleño solía curarse los destuerzos o estuersos de sus huesos o de sus articulaciones con emplastos de "sebo-casnero" y el calor de bayetas coloradas».

Hay que señalar que en las islas para los desajustes o lesiones del cuerpo humano se usan dos términos muy distintos, y así cuando es una lesión de huesos o músculos hablamos de un "destuerzo" o "estuerzo", y cuando hablamos del "pomo" se dice que lo tiene "desconchabado" o "esconchabado" como ya hemos visto en nuestra entrada Se le descompuso el pomo a este blog.

Ambos términos se han compuesto al añadir el prefijo "des-" que según el DRAE «Denota negación o inversión del significado del simple», construyéndose el primero "des-torcer" y el segundo "des-conchabar" como tantas otros tantos canarismos. En cuanto al resultado final del primero ya hemos visto antes el significado que aporta el DRAE, y del segundo nos dice de la acepción al uso en la América de habla hispana: «desconchabar. 1. descomponer (separar las partes de un compuesto)» que tampoco aclara mucho el sentido que en las islas le damos.

El diccionario de canarismos de nuestra ACADEMIA CANARIA recoge tres acepciones que introducen dos variantes más modernas, y en la tercera mantiene la más tradicional: «Desconchabarse.1. prnl. Lz, Fv, GC y Hi.  Desconcharse, averiarse. 'No fue a trabajar porque tiene el coche desconchabado'. 2. prnl. Lz, Fv, GC y Hi.  Descoyuntarse un miembro del cuerpo. 'Dio un mal paso y se desconchabó el pie'. 3. prnl. Desarreglarse o descomponerse un órgano del cuerpo. 'Cuando lo vi caer de aquel modo, se me desconchabó la barriga'».

En cuanto al término "estelero" muy al uso en Gran Canaria, el diccionario de canarismos nos clarifica correctamente el oficio del que se trata «estelero. Curandero que se dedica a arreglar dislocamientos de huesos y articulaciones. 'Se torció el tobillo y lo llevamos al estelero'».

Del origen de este término que no recogen en su léxico los hermanos Millares Cubas, ni tampoco Pancho Guerra poco se sabe. En un curioso vocabulario publicado en Madrid en 1857 y escrito por Luis Marty Caballero, bajo el largo título de "Vocabulario de todas las Voces que faltan a los Diccionarios de la Lengua Castellana" nos la incluye con el siguiente significado «ESTELERO, s.m. Órgano principal de la sensibilidad, centro al cual refluyen todas las sensaciones», que nada tiene que ver con quien arregla los destuerzos.

Si parece nos puede aproximar a su origen el profesor Joan Coromines, quien en su Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana recoge el término ‘estela’ en su acepción de «monumento conmemorativo», generalmente de piedra, que se levanta sobre el suelo y que está adornado con inscripciones o con bajorrelieves, cuando dice que es tomada «del griego stẽlẽ id., derivado de histẽmi ‘yo coloco’», que de alguna forma nos aproxima a un posible origen etimológico de  la palabra "estelero", de “colocador”. De cómo pudo llegar al léxico canario es un auténtico enigma, si bien debemos considerar que muchos términos relacionados con la medicina tienen su origen etimológico en el griego.

viernes, 25 de abril de 2014

A esa no se le quema el tostadero




Este decir destaca los atributos de la persona siempre dispuesta y decidida para afrontar cualquier situación que se le presente en la vida. Habla, en este caso, de la mujer  que ante cualquier adversidad responde sobre la marcha, antes de que se complique más, e impacientes y sin espera se meten de cabeza en cualquier asunto, sin que tengan paciencia.

Es construido desde el sentido figurado del "tostadero", bien entendida como la acción de tostar el millo e inclusive el propio millo, y no el útil empleado llamado "tostador", pues es sabido que este último necesariamente ha de quemarse para que alcance su mejor aprovechamiento. Lógicamente aquello que no tiene que quemarse es el millo.

Como recoge el DRAE el verbo tostar (del latín tostāre), su primer acepción es «1. tr. Poner algo a la lumbre, para que lentamente se le introduzca el calor y se vaya desecando, sin quemarse, hasta que tome color». Y tostar el millo que después será molido para obtener el gofio, requiere además del fuego de una buena leña y un buen tostador, que quien lo tueste no pare de darle vueltas con el "meneador" -construido con el pírgano de una palmera o una caña y en su extremo un buen trozo de tela bien atado- para que el grano seque por completo y tome ese conocido color "tostado", o "más tostado" según el gusto.

De parar las vueltas con el "meneador" hay cierto riego de que se queme y no sirva para moler, o que el grano se abra en forma de flor quedando en las canarionas "roscas" o chicharreras "cotufas".

Del tostador Pancho Guerra nos daba detalles de su forma y uso: «TOSTADOR.- Característico e imprescindible utensilio en toda casa campesina canaria, empleado para tostar el millo a fin de mandarlo al molino a que lo hagan gofio. Es de barro, de tamaño grande, por lo menos de medio metro, y aun de un metro de diámetro, que se pone sobre tres teniques y generalmente al aire libre; se le mete calda de hojas de platanera (garepas, tabaibas u otra leña floja, mientras con el "meneador" se le dan constantes vueltas al millo para que no se queme. Es semejante a una paellera grande. Los hay pequeños para tostar el café. También los hay de hierro, pero se dice que hacen peor tostadura». 

En los tiempos actuales, en el diccionario de canarismos la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA lo resume de la siguiente forma: «tostador. 1. m. Recipiente de barro o de metal, de forma circular, de entre cincuenta centímetros y un metro de diámetro, poco hondo, que se emplea para tostar el grano que se ha de moler para obtener el gofio. 'El tostador era de latón y el meneador de trapo'». 

El tostador también era usado para tostar el millo tierno, recién cogido, sin el secado al sol y desgranado, a cuyo resultado se le llama "cochafisco", término que dio lugar a otro decir que hace gala coloquialmente de que cada ocurrencia tiene su momento, como lo narra el mismo autor en una escena de Las Memorias de Pepe Monagas:

─ Mira, Soledad; hasme el favor, ¿oíste?, que no está el tostador pa cochafisco. Vemos a dejarnos de rodeos y boberías, ¿estamos? Yo me quiero casar, pero es contigo...

─ Conmigo... ?

Noté cómo se le desparramó en los centros una ola de calor y cómo le subió a la flor de la cara hasta meterle los cachetes en el arrebato de una manzana de sangre-doncella. Bajó la vista, seria y callada un instante. Luego fue levantando despacio sus ojos pardos y bonitos, de aparente grave, pero que allá atrás le rebrincaban de alegría.

De modo y manera que conmigo ...

continuó al cabo de una pausa, mirándome con los ojos eclipsados y poniendo un gesto de infantil curiosidad.

─ iSí! ¿Pasa algo?

─ Pues, no ...

y abrió ahora la mirada, que era segura y dominante.

¿Tonses, qué dises...?

─ iQue mal negosio vas a haser, Pepe!

─ ¿Y eso?

─ Lo prinsipal: que yo no te ha dicho que si... todavía. Pero poniéndonos en que fuera gustante, ¿tú has pensado en que yo te iba a estacar, más bien corto que largo.. . ?

─ Bueno, ¿y qué...?

─ ¡0h!, pues eso.

En nuestro recuerdo está "Panchito", el locero de La Atalaya de Santa Brígida (Francisco Rodríguez Santana 1907-1986), todo un referente en la alfarería grancanaria que aprendió de las "talayeras" que le precedieron y enseñaron la más antigua y tradicional artesanía de dar forma al barro sin la ayuda de tornos, con sensibilidad y calidad, para luego guisar las mejores piezas, y entre ellas los bernegales y este tostador preparado para guisar de la más bella factura.