Este
decir destaca los atributos de la
persona siempre dispuesta y decidida para afrontar cualquier situación que se
le presente en la vida. Habla, en este caso, de la mujer que ante cualquier adversidad responde sobre
la marcha, antes de que se complique más, e impacientes y sin espera se meten
de cabeza en cualquier asunto, sin que tengan paciencia.
Es construido desde el sentido figurado del "tostadero", bien entendida como la acción de tostar el millo e inclusive el propio millo, y no el útil empleado llamado "tostador", pues es sabido que este último necesariamente ha de quemarse para que alcance su mejor aprovechamiento. Lógicamente aquello que no tiene que quemarse es el millo.
Como recoge el DRAE el verbo tostar (del latín tostāre), su primer acepción es «1. tr. Poner algo a la lumbre, para que lentamente se le introduzca el calor y se vaya desecando, sin quemarse, hasta que tome color». Y tostar el millo que después será molido para obtener el gofio, requiere además del fuego de una buena leña y un buen tostador, que quien lo tueste no pare de darle vueltas con el "meneador" -construido con el pírgano de una palmera o una caña y en su extremo un buen trozo de tela bien atado- para que el grano seque por completo y tome ese conocido color "tostado", o "más tostado" según el gusto.
De parar las vueltas con el "meneador" hay cierto riego de que se queme y no sirva para moler, o que el grano se abra en forma de flor quedando en las canarionas "roscas" o chicharreras "cotufas".
Del tostador Pancho Guerra nos daba detalles de su forma y uso: «TOSTADOR.- Característico e imprescindible utensilio en toda casa campesina canaria, empleado para tostar el millo a fin de mandarlo al molino a que lo hagan gofio. Es de barro, de tamaño grande, por lo menos de medio metro, y aun de un metro de diámetro, que se pone sobre tres teniques y generalmente al aire libre; se le mete calda de hojas de platanera (garepas, tabaibas u otra leña floja, mientras con el "meneador" se le dan constantes vueltas al millo para que no se queme. Es semejante a una paellera grande. Los hay pequeños para tostar el café. También los hay de hierro, pero se dice que hacen peor tostadura».
En los tiempos actuales, en el diccionario de canarismos la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA lo resume de la siguiente forma: «tostador. 1. m. Recipiente de barro o de metal, de forma circular, de entre cincuenta centímetros y un metro de diámetro, poco hondo, que se emplea para tostar el grano que se ha de moler para obtener el gofio. 'El tostador era de latón y el meneador de trapo'».
El tostador también era usado para tostar el millo tierno, recién cogido, sin el secado al sol y desgranado, a cuyo resultado se le llama "cochafisco", término que dio lugar a otro decir que hace gala coloquialmente de que cada ocurrencia tiene su momento, como lo narra el mismo autor en una escena de Las Memorias de Pepe Monagas:
Es construido desde el sentido figurado del "tostadero", bien entendida como la acción de tostar el millo e inclusive el propio millo, y no el útil empleado llamado "tostador", pues es sabido que este último necesariamente ha de quemarse para que alcance su mejor aprovechamiento. Lógicamente aquello que no tiene que quemarse es el millo.
Como recoge el DRAE el verbo tostar (del latín tostāre), su primer acepción es «1. tr. Poner algo a la lumbre, para que lentamente se le introduzca el calor y se vaya desecando, sin quemarse, hasta que tome color». Y tostar el millo que después será molido para obtener el gofio, requiere además del fuego de una buena leña y un buen tostador, que quien lo tueste no pare de darle vueltas con el "meneador" -construido con el pírgano de una palmera o una caña y en su extremo un buen trozo de tela bien atado- para que el grano seque por completo y tome ese conocido color "tostado", o "más tostado" según el gusto.
De parar las vueltas con el "meneador" hay cierto riego de que se queme y no sirva para moler, o que el grano se abra en forma de flor quedando en las canarionas "roscas" o chicharreras "cotufas".
Del tostador Pancho Guerra nos daba detalles de su forma y uso: «TOSTADOR.- Característico e imprescindible utensilio en toda casa campesina canaria, empleado para tostar el millo a fin de mandarlo al molino a que lo hagan gofio. Es de barro, de tamaño grande, por lo menos de medio metro, y aun de un metro de diámetro, que se pone sobre tres teniques y generalmente al aire libre; se le mete calda de hojas de platanera (garepas, tabaibas u otra leña floja, mientras con el "meneador" se le dan constantes vueltas al millo para que no se queme. Es semejante a una paellera grande. Los hay pequeños para tostar el café. También los hay de hierro, pero se dice que hacen peor tostadura».
En los tiempos actuales, en el diccionario de canarismos la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA lo resume de la siguiente forma: «tostador. 1. m. Recipiente de barro o de metal, de forma circular, de entre cincuenta centímetros y un metro de diámetro, poco hondo, que se emplea para tostar el grano que se ha de moler para obtener el gofio. 'El tostador era de latón y el meneador de trapo'».
El tostador también era usado para tostar el millo tierno, recién cogido, sin el secado al sol y desgranado, a cuyo resultado se le llama "cochafisco", término que dio lugar a otro decir que hace gala coloquialmente de que cada ocurrencia tiene su momento, como lo narra el mismo autor en una escena de Las Memorias de Pepe Monagas:
─ Mira, Soledad; hasme el favor, ¿oíste?,
que no está el tostador pa cochafisco.
Vemos a dejarnos de rodeos y boberías, ¿estamos? Yo me quiero casar, pero es
contigo...
─ Conmigo... ?
Noté cómo se le desparramó en los
centros una ola de calor y cómo le subió a la flor de la cara hasta meterle los
cachetes en el arrebato de una manzana de sangre-doncella. Bajó la vista, seria
y callada un instante. Luego fue levantando despacio sus ojos pardos y bonitos,
de aparente grave, pero que allá atrás le rebrincaban de alegría.
─ De modo y manera que conmigo ...
continuó al cabo de una pausa,
mirándome con los ojos eclipsados y poniendo un gesto de infantil curiosidad.
─ iSí! ¿Pasa algo?
─ Pues, no ...
y abrió ahora la mirada, que era
segura y dominante.
─ ¿Tonses, qué dises...?
─ iQue mal negosio vas a haser, Pepe!
─ ¿Y eso?
─ Lo prinsipal: que yo no te ha dicho
que si... todavía. Pero poniéndonos en que fuera gustante, ¿tú has pensado en
que yo te iba a estacar, más bien corto que largo.. . ?
─ Bueno, ¿y qué...?
─ ¡0h!, pues eso.
En
nuestro recuerdo está "Panchito",
el locero de La Atalaya de Santa Brígida (Francisco Rodríguez Santana 1907-1986),
todo un referente en la alfarería grancanaria que aprendió de las "talayeras" que le precedieron
y enseñaron la más antigua y tradicional artesanía de dar forma al barro sin la
ayuda de tornos, con sensibilidad y calidad, para luego guisar las mejores
piezas, y entre ellas los bernegales
y este tostador preparado para guisar
de la más bella factura.
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