Cuando en estas islas decimos de "margullar" y "margullos",
preferentemente nos estamos refiriendo a meternos bajo el agua del mar, para
unos como expertos nadadores, y para otros sumergirnos lanzándonos en este gran
charco azul que nos rodea aguantando la respiración. Aquello que de Cádiz "p'arriba" llaman tan
finamente una "inmersión", igual
que oímos en las películas de submarinos, en nuestro léxico, en nuestro habla es
un "margullo".
Algunos sostienen que fue la práctica del "margullo"
para recuperar las piedras de cal que caían de la barca al agua en la playa de
la Carnada de Los Cristianos del entonces joven Jesús Domínguez Martín
(1927-2003), -apodado por su tía Maria Flora "El Grillo" porque insistentemente
raspaba su puerta con una cuchara (marcosbritom.blogspot.com)-, la que propició
su participación en las olimpiadas de Londres, siendo 29 veces campeón de
España individual y 48 en pruebas por equipos. Su vida deportiva se inició
tarde, cuando cumpliendo el servicio militar en 1947 participa en los
Campeonatos Nacionales de Natación celebrados en Las Palmas y al año siguiente
acudir a la olimpiada. Se contaba que con su largo y rápido
"margullo" en la meta de salida sacaba bastante ventaja sobre los
otros participantes en la prueba; más tarde demostró con creces que la potencia
de su brazos lo era a lo largo de toda la piscina.
Nos aporta el diccionario de canarismos de la ACADEMIA
CANARIA DE LA LENGUA del verbo "margullar" o "margullir", del que procede su
acción "margullo", dos acepciones «1.
v. Nadar debajo del agua. Se tiraron a la piscina a ver quién aguantaba más
tiempo margullando. 2. v. Meter bajo tierra un sarmiento largo sin separarlo
del tronco, dejando fuera el extremo, para que la parte enterrada eche raíces y
forme una nueva planta, acodar».
En cuanto al origen del canarismo nos lo aporta también la
misma ACADEMIA en su respuesta a una consulta realizada que dice: «En el español de Canarias existen varias
voces pertenecientes a la familia de palabras margull- (entre ellas, margullar
o margullir, margullida, margullo, margullón). Proceden del portugués
mergulhar, hundir en el agua o, por extensión, enterrar un sarmiento o vástago
de la vid (C. Figueiredo, Novo Diccionário da Língua Portuguesa, s. v.
mergulhar). Algunas de estas voces se usan también en Andalucía, Extremadura y
ciertos países americanos».
Retrocediendo en la bibliografía encontramos más
recientemente el amplio estudio José Pérez Vidal (Los portugueses en Canarias. Portuguesismos, 1995) quien avanza que
es el "margullo" del sarmiento de la segunda acepción, la
que pudo dar origen a la primera acepción por nuestra propia condición de
isleños. Para entenderlo es suficiente aclarar el llamado "margullo" es
el acodo de una planta, método que estimula al tallo a la producción de raíces,
formando una nueva planta a partir de la planta "madre" a la que se
le hace en su tallo un corte oblicuo a la altura de la unión de la hoja que es
sepultado en la tierra, de donde brotará la nueva planta.
Un siglo antes, Agustín Millares Cubas recogía en el Léxico
de Gran Canaria el término «MARGULLIR.- Verbo que nos parece de
abolengo lusitano y que significa sumergirse, permanecer un rato entre dos
aguas. En horticultura, margullir es enterrar la rama de una planta para que
germine y nazca otra, distante del tronco primitivo».
En el tiempo entre ambos autores, Pancho Guerra incluye «MARGULLAR.-
Nadar manteniendo el resuello debajo
del agua. Es designación casi exclusiva del castellano "bucear"»,
donde hemos destacado en negrita de su definición eso de "manteniendo el
resuello" que nos acerca a esa expresión o locución coloquial del
sentido de nuestro decir.
Coloquialmente surge cuando alguien, que no está precisamente
a la orilla del mar, se encuentra descontento o desconfiado con algo que se
dice o se hace que no le agrada, la típica frase evasiva es manifestar "Me
voy a dar un margullo", en el significado que el DRAE nos aporta
para el verbo reflexivo "evadirse"
en su quinta acepción "Desentenderse
de cualquier preocupación o inquietud".
Siguiendo con la información que nos aporta Pancho Guerra, vemos
que del canarismo RESUELLO nos cuenta «Respiración.
(Es castellano, pero muy usado en Gran Canaria. "¡Mira que te quito el
resuello!"), término que nos lo localiza en la orilla del mar cuando nos
habla del canarismo DESAGALLADO
y nos dice que es «Ansioso, anhelante,
desatentado por lograr un deseo o satisfacer un apetito. (Es sinónimo del
"desalado" castellano, que Corominas da como derivado de
"hálito" = aliento, respiración, "resuello" y
"huelgo" en italiano. El des-agallado está como el pez en la orilla:
palpitante, estremecido, faltándole el aire.)».
Pero quien más nos acerca a la verdadera acción de
"evadirse", en el sentido que entendemos como "perderse" o "pirarse",
del "mandarse a mudar", es
el abogado José Mesa y López, alcalde de Las Palmas de Gran Canaria cuando en
septiembre de 1923 tiene lugar el pronunciamiento del General Primo de Rivera,
que daría paso a una dictadura de carácter ultraconservador revocando la
Constitución y prohibiendo los partidos políticos. Escribe Mesa y López una carta
al entonces líder del leonista Partido Liberal Canario, el ministro Leopoldo
Matos, manifestando preocupado e inquieto su intención de desentenderse y dice «...
estos son instantes de margullo para los que formamos, y a mucha honra, en los
antiguos partidos...».