lunes, 10 de marzo de 2014

Llegó desalado




Es quizás una de esas expresiones que más perdura en el léxico canario, muy posiblemente por corresponder al entorno afectivo de padres a hijos infantes, de cuando empiezan a caminar y conocen los miedos que les permitirán progresivamente adaptarse como seres humanos ante los peligros potenciales. Es así como los niños irán desarrollando su sentido de supervivencia, a las oscuridades, a ciertos animales, etc., hasta tanto de forma pausada vayan dominándolos mientras van creciendo.

De ahí que cuando el niño de forma casual recibe un fuerte susto por algo que aún no conoce, aparecerá el miedo, y la madre canaria exclamará "Se quedó desalado", expresión coloquial de la que también puede ser sujeto un adulto cuando acontece algo no previsto y le traslada inseguridad. Estas situaciones o sensaciones en adultos las usa Pancho Guerra en Las Memorias de Pepe Monagas:

«Pero alguien corrió a la Portadilla y le fué con el cuento a Gutiérrez. Este se tiró del catre desalado, vistiéndose con tal desatiento, que se puso los calzones al revés: la bragueta en popa. Lo que luego le costo un susto cuando lo aflojó el miedo, y al acudir a la lantrera franquicia no entendía el trastrueque, Mientras le avisaron, se vistió y vino, llegó la volada del asalto a San Agustín, donde mi padre estaba de servicio».

El diccionario de canarismos de la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA la recoge con el siguiente significado: «desalar. 1. v. Lz, Fv, GC y Go.  En relación sobre todo con los niños, quedar casi sin aliento por una fuerte impresión o por llorar mucho. U. m. c. prnl. 'Cuando el niño se vio solo, casi se desala'». Pancho Guerra ya recogía en su léxico que «Desalado significa también asustado. "Un niño llegó desalado", lleno de miedo».

En cuanto a su origen, poco se ha aportado, si bien pudiera guardar relación con el verbo reflexivo "desalarse" recogido por el DRAE, con procedencia etimológica del latín "exhalāre, anhelar", con dos acepciones «1. prnl. Andar o correr con suma aceleración. 2. prnl. Sentir vehemente anhelo por conseguir algo», donde la primera acepción podría ser la acción siguiente al fuerte miedo producido por el entendido en las islas.

También  Pancho Guerra nos aporta como significado principal, aquél que dio nombre al sombrero típico conejero, si bien otros similares eran utilizados para distintas faenas en otras islas, y que no parece guardar relación con la expresión de nuestro decir: «DESALAR.- Bajar las alas al sombrero para conseguir más sombra en la cabeza. (En 'cachorra' se cita este cantarcillo de isas o folías: "¿Para qué quiere el pastor-cachorrillo desalado? - Para cuidar su ganado - y que no lo queme el sol".

Desalado, ya de antemano y en absoluto, es un curioso sombrerito de palma, adornado por una cinta ancha y negra, que usan los campesinos y marineros de Lanzarote, y cuyas alas, casi una prolongación de la copa, se ciñen al cogote y las orejas, procurando así una cerrada defensa, no ya sólo contra el solanar perenne de la Isla, sino también contra el aliento cálido que suele soplar de la parte de Africa y que llega cargado de sutiles arenillas.

En Gran Canaria las cochinilleras, las apañadoras de almendras y otros frutos, las lavanderas, etc., usan el clásico de alas anchas y naturalmente enroscadas, al que ellas bajan las alas, desalándolo. Se trata de evitar el moreno, un color de moderno prestigio, un color que podría originar confusión con mezclas antiguas de sangre negra. Este cierto prejuicio, en juego principal junto al de la coquetería y al de la salud, y que nacería al calor de la presencia de esclavos coloniales cruzados con la población insular más por detrás que por delante de la Iglesia, resulta corroborado por la embelesada ponderación popular de los niños muy blancos. La vecina que da noticia de su hijo o de su nieto, exclamaría, privada: " iSi viera qué blanquito es! ¡Como la leche, queria".

Como se ve, desalar guarda una cierta relación con el sentido castellano de la misma voz: "Quitar las alas". Al sombrero desalado no le han quitado en rigor aquéllas, pero casi sí, al enmendarlas, bajándolas».

La fotografía inferior corresponde a una integrante de la Agrupación Folclórica "Malpaís de la Corona" luciendo el "desalado", que fue pintado por Luis Dávila en 1881 y atribuyera a la "mujer de la costa", distinguiéndolo del más achatado con ala más grande de la "mujer campesina", según recoge en su blog Manuel Acosta González "El Sastre"

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