Es
quizás una de esas expresiones que más perdura en el léxico canario, muy
posiblemente por corresponder al entorno afectivo de padres a hijos infantes, de
cuando empiezan a caminar y conocen los miedos que les permitirán
progresivamente adaptarse como seres humanos ante los peligros potenciales. Es
así como los niños irán desarrollando su sentido de supervivencia, a las
oscuridades, a ciertos animales, etc., hasta tanto de forma pausada vayan
dominándolos mientras van creciendo.
De
ahí que cuando el niño de forma casual recibe un fuerte susto por algo que aún
no conoce, aparecerá el miedo, y la madre canaria exclamará "Se quedó desalado", expresión
coloquial de la que también puede ser sujeto un adulto cuando acontece algo no
previsto y le traslada inseguridad. Estas situaciones o sensaciones en adultos las
usa Pancho Guerra en Las Memorias de
Pepe Monagas:
«Pero alguien corrió a la Portadilla y
le fué con el cuento a Gutiérrez. Este se
tiró del catre desalado, vistiéndose con tal desatiento, que se puso los
calzones al revés: la bragueta en popa. Lo que luego le costo un susto cuando
lo aflojó el miedo, y al acudir a la lantrera franquicia no entendía el
trastrueque, Mientras le avisaron, se vistió y vino, llegó la volada del asalto
a San Agustín, donde mi padre estaba de servicio».
El
diccionario de canarismos de la ACADEMIA
CANARIA DE LA LENGUA la recoge con el siguiente significado: «desalar.
1. v. Lz, Fv, GC y Go. En relación sobre
todo con los niños, quedar casi sin aliento por una fuerte impresión o por
llorar mucho. U. m. c. prnl. 'Cuando el niño se vio solo, casi se desala'». Pancho
Guerra ya recogía en su léxico que «Desalado significa también asustado.
"Un niño llegó desalado", lleno de miedo».
En
cuanto a su origen, poco se ha aportado, si bien pudiera guardar relación con el
verbo reflexivo "desalarse" recogido por el DRAE, con procedencia etimológica
del latín "exhalāre, anhelar", con dos acepciones «1. prnl. Andar o correr con suma
aceleración. 2. prnl. Sentir vehemente anhelo por conseguir algo», donde la
primera acepción podría ser la acción siguiente al fuerte miedo producido por el entendido en las islas.
También
Pancho Guerra nos aporta como significado
principal, aquél que dio nombre al sombrero típico conejero, si bien otros similares
eran utilizados para distintas faenas en otras islas, y que no parece guardar relación
con la expresión de nuestro decir: «DESALAR.- Bajar las alas al sombrero para
conseguir más sombra en la cabeza. (En 'cachorra' se cita este cantarcillo de
isas o folías: "¿Para qué quiere el pastor-cachorrillo desalado? - Para
cuidar su ganado - y que no lo queme el sol".
Desalado, ya de antemano y en absoluto, es un
curioso sombrerito de palma, adornado
por una cinta ancha y negra, que usan los campesinos y marineros de Lanzarote,
y cuyas alas, casi una prolongación de la copa, se ciñen al cogote y las orejas,
procurando así una cerrada defensa, no ya sólo contra el solanar perenne de la
Isla, sino también contra el aliento cálido que suele soplar de la parte de
Africa y que llega cargado de sutiles arenillas.
En Gran Canaria las cochinilleras, las apañadoras de almendras y otros frutos, las lavanderas, etc., usan el clásico de alas anchas y naturalmente
enroscadas, al que ellas bajan las alas, desalándolo. Se trata de evitar el
moreno, un color de moderno prestigio, un color que podría originar confusión
con mezclas antiguas de sangre negra. Este cierto prejuicio, en juego principal
junto al de la coquetería y al de la salud, y que nacería al calor de la
presencia de esclavos coloniales cruzados con la población insular más por
detrás que por delante de la Iglesia, resulta corroborado por la embelesada
ponderación popular de los niños muy blancos. La vecina que da noticia de su
hijo o de su nieto, exclamaría, privada: " iSi viera qué blanquito es!
¡Como la leche, queria".
Como se ve, desalar guarda una cierta relación
con el sentido castellano de la misma voz: "Quitar las alas". Al
sombrero desalado no le han quitado en rigor aquéllas, pero casi sí, al
enmendarlas, bajándolas».
La
fotografía inferior corresponde a una integrante de la Agrupación Folclórica "Malpaís de la Corona" luciendo el "desalado", que fue pintado por
Luis Dávila en 1881 y atribuyera a la "mujer
de la costa", distinguiéndolo del más achatado con ala más grande de
la "mujer campesina", según
recoge en su blog Manuel Acosta González "El
Sastre".
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