Antiguo
decir por el que se sentenciaba que
se podían conocer las cualidades e intenciones de cualquier persona observando
su aspecto y costumbres, sin dejarse influir por sus fanfarronerías.
Así
describió el doctor Victor Grau Bassas Mas (Usos
y costumbres de la población campesina de Gran Canaria. 1885-1888, 1980)
con todo detalle el vestido del campesino, y de cómo la cachorra sustituyó a la montera:
«Los hombres se visten con montera o chachorra, camisón o calzoncillos,
chaleco y chaqueta, y zapatos como prendas ordinarias; en tiempos de agua o
frío se cubren con camisola, capote y medias.
La montera es la prenda antigua más inútil y molesta que se
conoce, llamando la atención cómo ha
durado hasta hoy. Está formada por un cono de paño azul, forrado interiormente
de bayeta roja y adornada con una porción de borlas de seda. En la parte baja
tiene una abertura perpendicular al eje, por medio de la cual se presta a
muchas posiciones. Como se ve, no llena ninguna de las necesidades que debe
llenar la prenda que se destina a la cabeza. Hoy día para bestir la cabeza se
emplea la cachorra, sombrero hongo que se fabrica en el país con lana y que
difiere, aunque con ligeros detalles, en cada localidad, por cuya circunstancia
puede reconocerse el pueblo del portador. Estas cachorras no se recomiendan ni por
su figura ni por su peso, pero en cambio duran mucho y preservan del sol y del agua,
que es todo cuanto se necesita. Cuando nueva tiene una figura medio pasadera, pero
al poco tiempo pierde y queda como un gorro».
Los
Hermanos Millares Cubas en su léxico de Gran Canaria recogen el término, hablando
de la sorpresa que inspira al forastero dado, sin aventurar hipótesis sobre su origen «CACHORRA.-
Canarismo es éste que con justicia asombra a los forasteros. ¿Qué tiene que
ver el sombrero flexible con la hembra del cachorro?-
Y sin embargo, se llama y continuará
llamándose cachorra al sombrero ese,
sobre todo al tosco, fabricado en el país, que se usa por el pueblo y en los
campos. Y mientras perduren las Canarias y sigan ocupando aquel lugar algo arrimado
a la cola en que las vio don Tomás de Iriarte, seguirá diciéndose: Tóquese la
cachorra; No se quite la cachorra.
—Tóquese la cachorra.
—Usted primero, compadre, que ha sido
Alcalde.
A la par y a un tiempo.
—Todos podemos».
Pancho Guerra expone con amplitud distintas argumentaciones sobre su posible origen, incluyendo citas del historiador y cronista José de Viera y Clavijo, abunda también en cuanto a las ceremonias, respetos y costumbres de su buen uso, y nos ilustra sobre coplas y decires en las que es mencionada, texto que aún siendo extenso reproducimos totalmente por su notable interés:
«CACHORRA-O.-
Sombrero del hombre y también el usado por las mujeres campesinas. El
Diccionario de la Lengua no lo incluye en su edición de 1939. Don Julio
Casares, sí, en su Ideológico (edición 1942), con la acepción de "sombrero
flexible". El masculino "cachorro" suele usarse con intención
despectiva.
Y en cuanto a la femenina, todavía en
los campos de Gran Canaria, cuando hay un muerto en medio de la casa, los
hombres se entierran la cachorra hasta sobre las orejas como signo de duelo. "Quítese la cachorra", se
invitaba antes gentilmente a los caballeros en visita como honrosa deferencia.
Era cuando permanecer cubierto constituía un hábito hidalgo. "No se quite la cachorra que está
entre puertas", aconsejaban los prudentes. O se decía irónicamente a
ese frescor. Cachorra más bien es gorra que sombrero. A éste sí se le dice
cachorro. Las mujeres campesinas y las pobres de la ciudad usaron en tiempos
una cachorrita, que hoy remeda la adoptada para el típico traje femenino
grancanario. Y de entonces vendrá rodando aquel pimenterillo cantar de isas que
dice:
"Cuando yo la vi venir
con el cachorrillo gacho
me dije "pa" mi capote
"esta cabra quiere macho".
También hemos oído otra mención del diminutivo en la ingenua y graciosa explicación de esta otra copla, entonada por un mozo labrador mientras tronchaba carrizo para sus animales entre los altos verdes de un cañaveral:
"¿Para qué quiere el pastor
cachorrillo desalado?
Para cuidar su ganado
y que no le queme el sol."
Y esta variante, vibrando en una taifa santiaguera, de la fiesta de Santiago, en el lugar de Tunte:
''¿Por qué se pone el pastor
la cachorrilla enroscada?
Porque de lejos le vea
Los ojos la enamorada".
También se oía este refrán entre viejos de la ciudad y el campo: "En el tocar del cachorro se conoce al bailarín", con que se denota que a la gente se la cala, adivinando sus cualidades e intenciones, por lo espontáneo de su facha y de sus mañas. Lo del cachorro es ciertamente variante no muy usual de esta forma más común: "En el tocar del sombrero...", pero de las dos maneras hemos oído expresar el popular dicho.
"Cachorro" es la "cría del perro o de ciertas fieras."
¿Cómo se tocaban los primitivos canarios?, cabe preguntarse ante esta acepción.
Don José de Viera y Clavijo dice en su Historial general de las Islas Canarias,
a propósito de las vestiduras aborígenes: "Si sus rebaños de ovejas les
ofrecían largas cantidades de lana, ¿de dónde provino que jamás se aplicasen a hilarla ni a tejerla, y
sólo se cubrieran de pieles, juncos y hojas de palma?".
Más adelante informa que los nativos de
Lanzarote se ponían "cierta especie de bonete de pieles, guarnecido de
plumas". Da noticia también de que las mujeres lanzaroteñas se cubrían con
gorros hechos con tiras de piel -"pellica"-, y las mismas pellicas
defendían y adornaban las cabezas de los gomeros. Hasta aquí nada dice sobre la
naturaleza de esas pieles. Puntualiza sólo al hablar del tocado grancanario,
que se resolvía con "monteras de los pellicos: de aquellos cabritillos que
desollaban sin romper y cuyas garras caían sobre las orejas y otras se
afianzaban en el cuello".
Nada, pues, dice el historiador sobre
que se tocaran con pieles de perro, las pequeñas, las de los cachorros, por más
apañadas, que de haberlas usado, y conforme hacían con los cabritillos, "desollarían
sin romper", con lo cual mantendrían la traza de los animalillos vivos. El
uso de esas pieles entra, sin embargo, dentro de lo posible, mucho más en
tierra donde abundaban los perros, hasta el extremo de haber dado nombre al
archipiélago. Las gentes de Castilla y otras tierras de España que realizaron
la colonización pudieron haber dicho "cachorro" a ese elemental
tocado de piel de perro joven ...
A falta de toda referencia concreta en
textos oficiales y de estudios sobre la etimología de esta extraña voz, se nos ha
ocurrido esta conjetura. De otra parte, el profesor Corominas dice que
"cachorro" parece ser derivado de "cacho". "Cacho -apunta-
significaría primitivamente "cachorro". Y al estudiar acepciones
dialectales del vocablo considerado originario, apunta que en gallego y leonés
se dice "cacha" -como variante- de "toda cosa redonda y
hueca". Esto pudiera echar también un poquito de luz sobre las umbrías
raíces del término».
El
diccionario de canarismos de la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA distingue perfectamente
las distintas acepciones en femenino y masculino como sigue:
«cachorra.
1. f. GC. Sombrero del hombre del campo y a veces
también el de la mujer, normalmente hecho de palma o de fieltro. 'A veces se
ponía la cachorra enterrada hasta las orejas'. 2. f. Lz y Fv. Gorra con
visera o sin ella. 'Era tanto el solajero, que todo el mundo se ponía la
cachorra'».
«cachorro,
rra. 1. m. y f. Persona alta, corpulenta y vigorosa. 'En esa
familia todos eran unos cachorros tremendos, gente fuerte y doblada'. 2. m. y f. Mero pequeño. Pescó un cachorrito, pero lo
echó de nuevo al agua, porque era muy pequeño».
No hay comentarios:
Publicar un comentario