Este
antiguo decir o locución con la que
se calificaba a los jóvenes un tanto rebeldes, muy amigos de la calle y de
escaparse de cumplir con la obligación que corresponde a su edad de acudir a la
escuela para formarse y educarse en la vida, se viene perdiendo cada vez más
con los nuevos modismos coloquiales y los propios cambios sociales, si bien
todavía se escucha en algunos pueblos de interior de las islas, y también
cuando algunos abuelos en sentido cariñoso, muy distinto al primigenio de
antes, dedican a los niños cuando realizan alguna simpática pillería.
Es
esta actualizada definición la que recoge la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA en
el diccionario de canarismos para el término: «mataperrería. 1. f. Or.
Acción propia de mataperros. 'Cuando hacían alguna mataperrería, la
madre los penaba sin dejarlos salir a jugar'».
Antes
el calificativo de "mataperros" era dedicado a los jóvenes, y cuando
maduraban y se convertían en auténticos hombres adultos recibían el despectivo
calificativo de "baladrón", «hombre
zascandil, dado a incumplimientos, enredos y otras mañas de pícaro» como
nos cuenta Pancho Guerra.
La
voz
"Mataperros" por el origen que le atribuimos más adelante, entendemos
pudo emigrar de las islas en dirección a América, y así recoge el DRAE su uso
coloquial en Cuba y Perú, tanto masculino como femenino, con el significado de «Muchacho callejero y travieso».
Cronológicamente,
tenemos la referencia bibliográfica más antigua en Agustin Millares Cubas,
quien recoge en el léxico: «MATAPERRO.- Cierto que no es muy noble
y excelente oficio el de "matar perros", aunque se le considere como
un ministerio derivado de la administración municipal. Esta nota infamante
explica el que se haya dado el nombre de mataperros a los chiquillos mal
criados, "azota-calles", tránsfugas de la escuela, antes campeones en
las guirreas y hoy catecúmenos del "fut-bol".
Ellos son los que ilustran las paredes
acabadas de albear, con "grafitos" y vocablos ingenuamente
naturalistas; ellos los que en los barrios mal policía, adornan los cristales
de las ventanas con rutilantes estrellas, nacidas al conjuro de una pedrada.
Sus hazañas, naturalmente, se llaman mataperrerías;
pero este nombre se aplica también a la acción indecorosa y atrevida, concebida
y realizada en detrimento del prójimo, y mataperros es el autor de ella,
cualesquiera sean sus títulos y preeminencias sociales».
El
académico apunta a que su origen puede estar en los encargados por el municipio
para la recogida y muerte de los perros callejeros, puede estimarse que no es
así, por cuanto etimológicamente el comportamiento que luego define estaría más
cerca en sentido figurado del propio "perro
callejero" que del oficio de matarlos.
El
autor nos da cuenta con abundancia del perfil del joven individuo y de sus mataperrerías,
y nos describe a finales del siglo XIX una escena de nuestros actuales tiempos,
de donde podemos comprender perfectamente su percepción del personaje.
Pero
es Pancho Guerra quien nos coloca en la pista del probable origen del término "mataperro"
cuando en su léxico recoge la voz "VENENO",
canarismo con una acepción no recogida por el DRAE: «Se dice o se le aplica al hombre y más al niño malo, rebelde: "Eres un veneno", equivalente a
"Sos un mataperro". Hombre o chico de la "piel del
diablo"».
Este
canarismo es también recogido en su diccionario por la ACADEMIA CANARIA DE LA
LENGUA cuando incluye dos acepciones para «veneno. 1. m. Persona de mala índole.
'Tenía un encargado que era un veneno'. 2. m. Niño travieso. 'Aquel veneno se
había convertido en un chico tranquilo y formal'».
La
pista que nos aporta Pancho Guerra, que coincide con lo recogido en el
Diccionario de Canarismos, nos lleva al endemismo de Gran Canaria y Tenerife conocido
como Cardoncillo Gris (Ceropegia fusca), así llamado por su
parecido al Cardón Canario (Euphorbia canariensis) que se encuentra
en zonas de Tabaibal-Cardonal hasta los 600 metros de altitud.
Se
trata del Cardoncillo Gris de tallos
cilíndricos de color blanco-grisáceos o parduzcos, con flores de color
rojizo que crecen en los entrenudos superiores en primavera-verano y acaban
en frutos de marrón-rojizos alargados, de dos en dos, que contienen numerosas
semillas marrones provistas de un penacho de pelos blancos que favorece su
dispersión por el viento, y que es también conocido popularmente como mataperros.
El
nombre de "mataperros"
hace referencia a su gran toxicidad, muy
venenosa, frecuente en especies
de la familia "Asclepiadaceae", empleándose
con la debida precaución el zumo de los tallos en medicina popular para
cicatrizar heridas externas, y curiosamente, sirve como antídoto de los efectos
del látex del cardón canario. No resultaría extraño que tal nombre vulgar fuera dado en
los ambientes pastoriles por su conocimiento de que algunos perros se purgaban con élla y algunos perros
morían o resultaban muertos después de haber mordido algún tallo de Cardoncillo Gris (Fuente oral: Juan M. Díaz Quintana /Montaña Alta).
En
algunas islas de la provincia occidental se da también el conocido como Cardoncillo Verde (Ceropegia dichotoma), endemismo del que se conocen dos
subespecies: ssp. dichotoma, en
Tenerife, La Palma y El Hierro y la ssp.
krainzii (Sventenius) Bruyns, presente en Tenerife y La Gomera. Ambos se distinguen
del Cardoncillo Gris por tener sus tallos
de color verdoso y flores de color amarillo. También es conocido popularmente
como "mataperros".
No hay comentarios:
Publicar un comentario