En contadas ocasiones todavía se escucha esta vieja
expresión que nació del juego del Envite, exclamación manifestando que algo
desconocido va a suceder. Tiene como ya hemos dicho su origen en el juego del
Envite, de cuando uno de los mandadores de los dos equipos ordena a uno de sus
jugadores a poner en la mesa la Sota
de Oros, llamada por su hermosura "Perica".
El otro mandador con esta jugada advierte en ese
instante que el contrario está preparando una jugada, pues sabe que La Perica es uno de los triunfos
intermedios a la que sólo gana el Caballo
y Tres de Bastos, y dependiendo
del número de jugadores, el Cinco y As de Oros. Adivina que con esta jugada
está tratando de obligarle a sacar alguno de sus triunfos que le pueda ganar y
que le supone, tratando de garantizar así su victoria con el triunfo que aún
guarda.
Sabe como con el decir,
que al salir La Perica, el
desconocido desenlace está por suceder de un momento a otro. La incertidumbre
del desenlace en la vida misma lo describe Pancho Guerra en Las Memorias de Pepe Monagas, al narrar
la odisea de Chanillo cuando se le
ocurre satisfacer el antojo de su mujer Epifanía,
en avanzado embarazo, para darle un paseo en la mula por los caminos de Tunte,
la tierra del autor.
«Y aquí tiene
usted a mi padre metido en lo que él llamaba después, cuando relataba el
percance, "el compromiso más imperante de mi vida". Cogió el atracón
a los viajeros en medio de un claro, sin un alma a la vista. Había remontado el
sol, ese sol de horno que receba por
julio el hondón de Tunte, sacándole a sus bravas laderas, a sus mesas y a sus
barrancos caldas y soflamas de infierno. Sudaba mi madre, sudaba mi padre
-derritiéndose cada cual por lo suyo, aparte el abacorante costal del verano- y
sudaba la mula, aunque ésta bien ajena a aquella "perica en puerta" que sustentaba, y que de pronto había
hecho del mundo todo -de Gran Canaria, de las siete islas, de España y de Cuba-
dos gordos e imposibles nudos».
Ya incluye el propio autor en su léxico el significado
de la expresión «"LA PERICA EN PUERTA", dice el insular ante la aparición
imprevista de algo molesto, un "inglés", por ejemplo». Añade
también «PERICA.- La "sota de
oros" en el envite. Es el naipe más risueño del divertido juego. Si está
bien situada da que hacer lo suyo. De ahí el dicho: "La perica en puertas" y "Tres, caballo y perica"».
Esta última expresión cuando se mencionan las tres
cartas, es usada también para manifestar que se tienen todos los triunfos, y en
sentido figurado es otro decir que es
mencionado con satisfacción cuando se está a punto de ganar algo con total
seguridad.
Pero el recurso a "La
Perica", aún siendo el Envite un juego preferentemente practicado por
hombres, su seña era un lenguaje al uso en los enamoramientos. En el juego, cuando
algún jugador lleva "La Perica"
y tiene que comunicárselo a su mandador, con la debida precaución para que no
sea advertido por el contrincante, picará un ojo.
Conocido que era por las
mujeres, aquellas que eran pretendidas por algún galán, ella mostraba su
conformidad picando o guiñando el ojo, de donde el galán ya entendía que la
galana le había "picado La Perica" iniciándose así el juego del
enamoramiento recíproco, cuyo desenlace final estaría por ver.
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