Se
trata de una locución grancanaria empleada en imperativo para alejar a alguien
de nuestro lado como desaire porque nos está fastidiando por cualquier causa.
Consideramos que su antigüedad se remonta a la segunda mitad del siglo XX, dado
que no hemos localizado esta expresión en ningún texto anterior.
Su
localización canariona lo es por la utilización del canarismo "tuno"
que según la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA es el «Fruto de la tunera, higo chumbo. 'Las porretas se hacen secando los
tunos», voz usada en Gran Canaria y Fuerteventura pues en otras islas es
más utilizado para llamar al fruto "higo pico" o
"higo de pala".
En
la construcción del decir se recurre
a un verbo del léxico de las islas, con un significado totalmente distinto al
recogido en el DRAE. El académico Agustín Millares Cubas nos lo explica en su
entrada «JINCARSE.- Término vulgarísimo que no tiene nada que ver con
"hincarse" pues aquí no se trata de genuflexiones, ni de prosternarse
ante ningún altar, sino de comer con voracidad, de manducar. — 'Se jincó media
docena de pasteles y un cacho de morcilla'».
Pero
su acepción en un decir que tiene que
manifestar desagrado o desaire a quien se dedica, debiera contener una mayor
malicia, que entendemos cuando reparamos en el amplio uso coloquial que nos
aporta Pancho Guerra: «jincar = meter, introducir, tirar,
pegar, arrojar, dar, hacer beber» y más concreto el reflexivo «jincarse
= tirarse, arrojarse, arrodillarse, comerse, beberse».
La
antes mencionada ACADEMIA registra por ello hasta cuatro acepciones al verbo jincar:
1. v. Lz, Fv, GC y LP. Dar, propinar. 'Jugando a la pelota le jincó
una patada'.
2. v. Or. Arrojar, tirar. 'Lo cogió desprevenido y lo
jincó al agua'.
3. prnl. Comerse o beberse algo de
golpe o con rapidez. 'Se jincó cuatro sardinas y un vaso de vino, y se fue con
la misma'.
4. prnl. Fv y GC. Precipitarse. 'Pisó mal, y se jincó del
andamio al suelo'.
En
las cuatro expresiones de fuentes recogidas, la acción del verbo jincar
manifiesta cierta maldad, bien lo fuera deseada o sufrida por el sujeto. Cuando
en la construcción del decir se
complementa con el tuno, hay un manifiesto deseo de que nuestro interlocutor se apeñusque,
en el sentido semántico que recoge dice Pancho Guerra:
«APEÑUSCARSE.-Apretarse extremadamente algunas cosas:
los racimos de uvas muy granados. Se dice de ciertas cosas cuya materia se
concentra y endurece. (Por ejemplo, de los crocantes o guirlaches pasados de
punto, del mazapán sorprendentemente olvidado a medias. También se apeñuscan en
los "centros" las comidas de mucha sustancia, copiosas y mal
digeridas. Asimismo ciertos peligrosos
frutos, como los tunos con fama y hechos de que entran uno a uno y quieren
salir todos juntos ...».
Igualmente
nos lo describe Agustín Millares cuando recoge el verbo «TUPIR, TUPIRSE.- Aparte de otras acepciones, que ignoro si son o no
Canarias, se dice que está tupido el que padece de la molestísima dolencia del estreñimiento sobre todo al que el vulgo
atribuye al abuso de los tunos o higos chumbos. También se emplea el verbo tupir en
sentido activo en el de colmar, abrumar una persona a otra con obsequios o cosa
semejante. —'¡Hoy me mandó F. otro racimo. Me tiene tupido a plátanosi. En fin,
también se dice que está tupido al individuo de corta inteligencia, que no
acierta a entender un asunto sencillo, sin complicaciones».
Otra
locución alternativa y de igual significado, también usada en Gran Canaria pero
más aún en las otras islas, es Arráyate un millo. Tiene su origen en los juegos de
cartas, más concretamente en el Envite,
cuando vistas las cartas del contrario, uno de los dos equipos da por perdido
uno de los juegos de la partida y no quiere enseñar sus cartas, se rinde
manifestándolo así.
Probablemente
de estas locuciones o eufemismos de manifestaciones de fastidio o desaire por
alguien, o algo dicho o hecho por el mismo, muy usadas en península y algunas
arribadas a las islas, hay una larga nómina sustentadas en distintos ejemplos
figurados, pero todas con igual significado semántico.
De
las más soeces tenemos las que mandan a "tomar por culo", "por
saco", "al carajo",
"a cagar"; las menos malsonantes
"al quinto pino", "a la porra" (instrumento o
arma alargada, usada como maza,...); los muchos de freír como "espárragos" (lo ilógico, pues
lo que corresponde es hervirlos), "churros"
(lo lógico pero fastidioso para el que no sabe, o también por su derivación y parecido
con las porras de sartén), "la mona" (borrachera); o aquellos
trabajos artesanos que son inacabables como "puñetas"
(encaje o vuelillo de algunos puños,...) o ejercicios incómodos y eternos como "gárgaras" (acción de mantener
un líquido en la garganta, con la boca hacia arriba, sin tragarlo y expulsando
el aire, ...), y un largo e interminable etcétera.
Sin
duda nuestro decir ¡Jíncate un tuno!, no tiene la ternura de la bonita imagen de JUANÉ
con un pajarillo picoteando el tuno, pero si la intríngulis (Intención solapada o razón oculta que se
entrevé o supone en una persona o en una acción) y semántica de que nuestro
interlocutor se lo coma, se tupa y se
apeñusque para que no nos fastidie más.
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