Este
decir o el coloquialmente abreviado "salirse"
era mencionado cuando alguien tenía incontinencia de orina, cuestión que
resulta sorprendente porque el canarismo "angurria" tiene su origen
etimológico en la palabra "estangurria".
Curiosamente se produce en el léxico canario el aféresis de suprimir el sonido
inicial de la voz castellana, y al contrario de otros canarismos que se
componen como sinónimos de su
original, en este particular caso se transforma en un antónimo de su significado, y expresa ideas opuestas o contrarias
respecto de su origen.
Veamos
inicialmente como se reseñan tales palabras en el DRAE. De su origen recoge «estangurria.
(Del ant. estrangurria; cf. estranguria). 1. f. Micción dolorosa. 2. f. Cañón
pequeño o vejiga que suele ponerse quien padece esta enfermedad para recoger
las gotas de la orina».
Igualmente
recoge la corrupción de su original como primera acepción coloquial con igual
significado al origen, otras tres acepciones exclusivas de América que expresan
carencias, y una quinta acepción al uso en Cuba y México, con significado igual
al dado en el canarismo y que pudo llegar allí con nuestros emigrantes:
«angurria.
(Falsa separación
del antiguo estrangurria). 1. f. coloq.
estangurria (‖
micción dolorosa).
2. f. Am. Deseo vehemente o insaciable. 3. f. Am. hambre. 4. f. Am. Avidez,
codicia. 5. f. Cuba y Méx. Secreción
frecuente de orina».
Los
antecedentes que aquí tenemos nos lo aporta primero Agustín Millares Cubas que
recoge «ANGURRIA.- Padece de angurria o sea de incontinencia de orina. Hoy se
usa poco».
Más
tarde será Pancho Guerra quien explica el significado para el grancanario de la
palabra angurria dando un lujo de detalles «Enfermedad del aparato urinario, caracterizada por incontinencia.
El
término ofrece un clarísimo caso de aféresis. Es "estangurria",
dolencia a la que el Diccionario de la Academia define como "emisión
dolorosa de la orina, gota a gota, con tenesmo de la vejiga". "Mirad
bien a la cara a ese cantarillo quebrado, que se orina con estangurria",
dice don Francisco de Quevedo en 'La fortuna con seso y la hora de todos'. La
frase del clásico parece abundar en el concepto académico de micción lenta,
contrario al sentido de frecuencia y abundancia con que parece emplearse en la
Isla, y que corrobora en su léxico don Agustín Millares Cubas. Corominas
registra "Engurria"».
Más
entendible es la escenificación de describirnos como un auténtico caidero de aguas el padecimiento que nos
hace el mismo autor en Las Memorias de
Pepe Monagas, cuando narra de las duras bromas de fantasmas que le gastaron
al "destributario" de la
Pontificia Universidad los obligados seminaristas hermanos Morales que eran "el mismísimo Barrabás":
«Un día supieron que aquel hombre de
piernas zambas, figura y andar desmangallados, barba cerrada y carbonera,
empalmada con las colas de mulo del mismo tinte que le servían de cejas, y
cresta negra y dura como lomo de cochino, padecía
de angurria. Tan recio era su mal, que se pasaba el día de visiteo.
De noche, como tenía el dormir tan atrancado, evitábale el agua a los chochos,
como por aquí decimos, en medio del sueño y en pleno colchón. Ni que decir que
pasó el jergoncillo, al tiempo que lo viró un imposible batumerio. Lo llamaban
en vano y en vano lo amonestaban. El
hombre seguía saliéndose todo. Un día recibió una orden terminante.
─ En adelante, señor Casorla, se le
suprimirá a usted la basinilla -y disimule-. Asi, pues, practicará sus alivios fuera del dormitorio, y, naturalmente, donde
es debido. A ver si la idea de que no tiene usté remedios a mano le solivianta
la sorrera de su sueño, mejorándose así su mal. Porque reconosemos que es un
mal, pero reconoserá usté, señor mío, que también lo es entripar el colchón con
tan funestas consecuensias, trassendentes lo mismo en el orden económico que en
el orden aromático.
La receta surtió efecto. El señor
Cazorla seguía yéndose de vez en vez,
pero, en general, en cuanto se sentía represado brincaba de la cama y salía a
espetaperros por los silenciosos y oscuros pasillos hacia los excusados.
También sabían los potritos de los
Morales que el destributario era miedoso, con un chirgo especial para ánimas y
aparecidos. Había quien afirmaba que la
angurria no tenía otra causa que el tal cerote. Con tales circunstancias a
la vista y a la mano, los dos muchachitos prepararon su
"factura"...».
Fueron
tan graves y sonadas las teatrales apariciones de fantasmas que los alarmantes
gritos del señor Cazorla despertaron a todo el seminario, acudiendo la
autoridad y el médico; los sustos y descréditos del "destributario"
le animaron a abandonar el seminario «porque
el asustado tuvo que coger el camino e irse un tiempo a su pueblo -creo que El
Carrizal-, a comer lasquitas de cochino y a tumbarse».
Tiempo después
enterada la familia de los Morales de sus fechorías, uno de ellos tratando de
enmendar la plana contaba: «Mi pobre vieja se llevó un tremendo
disgusto, que yo intenté aliviarle diciéndole, una vez le hablé de trabajar el
puerto: ─ Mire, madre, más vale un buen cambullonero que un mal cura».
En
la actual edición del diccionario de canarismo de la ACADEMIA CANARIA DE LA
LENGUA se recoge «angurria. 1. f. GC. Micción
persistente. 'La angurria, la meadilla esa, le entró por una infección que
tuvo'».
En
esta tierra lo que se acostumbraba para parar la "angurria" era
recurrir a las infusiones de altavaca, como nos lo cuenta el recurrido Pancho
Guerra «ALTAVACA (Artabaca).- Planta espontánea de los terrenos incultos
insulares. Sus hojas son largas, su color verde oscuro y sus flores, que brotan
a lo largo del tallo, doradas. Es hierba "melecinera", indicada,
por ejemplo, para la angurria».
Esta hierba "de la melicina", vulgarmente de la medicina, no es otra
que la Dittrichia viscosa, planta de
hasta 140 centímetros, con hojas alternas y con capítulos amarillos, los cuales
poseen flores hermafroditas, que dan frutos con vilano de cinco milímetros,
cuyos pelos son todos más o menos iguales y se encuentran soldados en la base.
Es también conocida como matamoscas o
mosquera (FLORADECANARIAS.COM).
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