Probablemente este decir sea una adaptación y fusión en las
islas de los castellanos "Para
trompos no vale cualquier madera" y "Toda madera no sirve para trompos", donde el primero
hace referencia a las limitaciones que tienen algunas personas para hacer
determinados cometidos, y el segundo, invirtiendo los términos, llega a la
conclusión que hay personas que por su limitaciones no valen para nada y no
puede obtenerse provecho de ellas. La adaptación en las islas se convierte en
una máxima donde se valora positivamente a aquellas personas que tienen buenas
aptitudes que prevalecerán en su vida y
en todos sus ámbitos.
Todos estos
refranes guardan relación con el juego del trompo,
más conocido en la península como peón, o peonza cuando no tiene la púa, donde eran construidos
artesanalmente con duras maderas como espino, naranjo, encina o boj, para así resistir
las llamadas "picadas" de
los trompos de los otros jugadores.
Probablemente los
artesanos de las islas utilizaron maderas propias de la laurisilva canaria como
el barbuzano (apollonias barbujana), sólida e incorruptible de fácil pulimento y
utilizada en ebanistería; y el paloblanco
(picconia excelsa), de gran solidez e
incorruptibilidad, de la que decía Viera y Clavijo «la hacen competidora del acero para ejes de carretas, aperos de
labranza y otros utensilios que exigen la mayor firmeza», y así fueron
utilizados para la construcción de ejes en prensas de aceite, lagares y
trapiches azucareros, además de exportados en el siglo XVI a la península,
donde eran apreciados para los ejes de los molinos harineros, lo que motivó su
protección y prohibición por el Cabildo General.
No resulta nada
extraña la alta valoración que se hace del trompo
en las islas en relación con el decir
que nos ocupa, pues siglos atrás fue uno de los renombrados juegos infantiles
-practicados también por adultos con apuestas- pues generaron un léxico muy
particular y su principal suerte llamada GARIPOLA
nos la describe Agustín Millares Cubas:
«Jugar a la garipola
es un "sport" que practicábamos los que eramos niños hace sesenta años.
Consiste en una variedad del noble juego del trompo. Colocados uno frente a
otro los dos contendientes con sendos trompos amarrados con las mismas cuerdas
que servían para hacerlos voltear se entablaba el combate con furiosos golpes,
procurando, cada cual herir con el punzón el trompo del adversario. Los jueces
del campo declaraban victorioso al que mayores estragos producía en el juguete
del contrincante y claro es, si aquel salía del combate hendido o rajado, su
derrota era radical y definitiva».
Como puede
apreciarse, la expresión "no se
pica" del decir, guarda un doble significado, el más conocido hoy de destruirse
la madera por la polilla, y el relacionado con el juego de resistir a las
picadas que le podrían hacer al trompo la púa del contrario. Pancho Guerra nos
ofrece otras distintas entradas relativas al amplio léxico vinculado al juego del trompo.
«CARRAQUIENTO.-
Dicen los chicos del trompo o peonza cuando baila inestable o tembloroso por
tener floja o mal colocada la púa o
por defecto de su forma. Cuando no es carraquiento baila sedita o séndica».
«PÚA del trompo. PUYA(Púa).- Clavo del
"trompo", sustituida la pequeña púa
de hierro original, por una tacha».
«REPELÚ-REPELÚ.- Voz infantil, lanzada en las
incidencias del juego del trompo o peonza, cuando alguno de éstos no tenía en
la corona que lo remata un corte en forma de cruz, lo que considera nefando. La
expresión completa era: "Repelú-repelú,
este trompo no tiene cruz", y se lanza castigado a una alcantarilla o
a la azotea más inmediata.»
«ROBÓN.- Ladrón.
Término que usaban los chicos para acusar al compañero raterillo del trompo,
los "boliches", los huesos, los botones, las estampas y otros
"caudales" semejantes».
Añadió igualmente
tres entradas distintas para los sinónimos o variantes lexicales del suave y
perfecto girar del trompo:
«SEDITA.- Suave. Baile del trompo no carraquiento: mansamente, como
sobre rodamiento a bolas, sin la menor fricción. Suave, floja, de manera
discreta, sin estruendo.
SEÍTA.- Suave, "sedita". El trompo de púa larga, al que se
sacaba la suya poniéndole una tacha-clavo-, bailaba "seíta" si esa
púa estaba bien derecha. Se dice del trompo o peonza que mantiene un sereno
equilibrio en sus giros porque la púa sobre que bailaba está montada con una
perfecta verticalidad. (Los chicos creían que sus trompos se ponían seitas si
bajo el clavo largo con que sustituían la pequeña puya original metían una
mascá o cagajones de burro. Proviene, sin duda, de "serenita". Es
clásica la canción: "Agua serenita llueve.. . ").
SENDITA.- Manera perfecta y ajustada de bailar el trompo, en
contraposición al carraquiento».
Aún siendo habitual
que los juegos infantiles generen una jerga particular, en este caso las voces
responden a unas acciones determinadas del juego
del trompo, que como el "tejo"
empezó para niños y terminó para mayores, y de la nostalgia de los resistentes
trompos se incorporó al decir que
valora las buenas aptitudes humanas.
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