Este decir
es en sí mismo una de las primeras lecciones que los viejos cabreros daban a
sus potenciales aspirantes a la sucesión en el oficio. Podría sorprender que
una de las primeras enseñanzas sea precisamente que el aspirante a cabrero
conozca que tendrá que ser pícaro, que tenga el atrevimiento para ello, pues
será una exigencia para que su manada no merme.
Será así, porque cuando alcance la condición de
cabrero cada año surgiría la necesidad de que le pida el macho a otro cabrero,
pues necesita que sus cabras que están en celo queden preñadas y no se
interrumpan los ciclos lecheros que le aportan su sustento. Es normal, por
simple competencia entre cabreros, que el otro no le preste su macho.
La negativa del otro cabrero no obedece a que por ello su macho
pueda perder interés sexual después de la monta y que pudiera dejar
desasistidas a sus cabras, pues todos los cabreros conocen que los machos
cabríos más activos tienen mayor frecuencia de autolamido del pene y de la
automicción, para así mantener su actividad sexual. Sus capacidades para la
monta dependen más de su motivación, de la estación reproductiva, y sobre todo del
valor estimulante de la cabra y de su reacción. Por ello, la única excusa a
ceder el macho de buena raza es la competencia entre cabreros.
Y cuando las cabras están en celo, nuestro primer
cabrero no debe dudar. Se levantará a media noche, se acercará al corral del
otro cabrero y "se lo mama"
para ponérselo a sus cabras. Cuando despunte el día, devolverá sigilosamente el
macho al otro cabrero, procurando no ser descubierto, pues en su astucia y
sigilo ganará méritos como buen cabrero. Probablemente el otro cabrero cuando
paran las cabras del primero lo sospechará, y ahí quedará todo, pues es una de
esas respetadas costumbres no escritas.
Del verbo "mamar"
el léxico de la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA ya recoge dos claras acepciones: «1. v. Obtener provecho indebidamente a
costa de otro, de empresas o de instituciones públicas o privadas. 2. v. Tomar
para sí lo ajeno, birlar. "Dejó el bolígrafo encima de la mesa, y se lo
mamaron"». Aunque "mamarse
algo" siempre será deleznable y penado, en los ambientes pastoriles de
los cabreros es aparentemente respetado cuando se toma prestado el macho de
esta forma.
De la aplicación de este decir
al cotidiano vivir de los humanos, parece que en algunas ocasiones se acude al castellano
"El
fin justifica los medios", intentando excusar el procedimiento no
muy honesto que lleva a un fin presumiblemente bueno.
Fuente oral: Jose Manuel Martín Reyes (La Matanza de Acentejo).
No hay comentarios:
Publicar un comentario