sábado, 18 de enero de 2014

Para ser un buen cabrero hay que saber mamarse el macho




Este decir es en sí mismo una de las primeras lecciones que los viejos cabreros daban a sus potenciales aspirantes a la sucesión en el oficio. Podría sorprender que una de las primeras enseñanzas sea precisamente que el aspirante a cabrero conozca que tendrá que ser pícaro, que tenga el atrevimiento para ello, pues será una exigencia para que su manada no merme.

Será así, porque cuando alcance la condición de cabrero cada año surgiría la necesidad de que le pida el macho a otro cabrero, pues necesita que sus cabras que están en celo queden preñadas y no se interrumpan los ciclos lecheros que le aportan su sustento. Es normal, por simple competencia entre cabreros, que el otro no le preste su macho.

La negativa del otro cabrero no obedece a que por ello su macho pueda perder interés sexual después de la monta y que pudiera dejar desasistidas a sus cabras, pues todos los cabreros conocen que los machos cabríos más activos tienen mayor frecuencia de autolamido del pene y de la automicción, para así mantener su actividad sexual. Sus capacidades para la monta dependen más de su motivación, de la estación reproductiva, y sobre todo del valor estimulante de la cabra y de su reacción. Por ello, la única excusa a ceder el macho de buena raza es la competencia entre cabreros.

Y cuando las cabras están en celo, nuestro primer cabrero no debe dudar. Se levantará a media noche, se acercará al corral del otro cabrero y "se lo mama" para ponérselo a sus cabras. Cuando despunte el día, devolverá sigilosamente el macho al otro cabrero, procurando no ser descubierto, pues en su astucia y sigilo ganará méritos como buen cabrero. Probablemente el otro cabrero cuando paran las cabras del primero lo sospechará, y ahí quedará todo, pues es una de esas respetadas costumbres no escritas.

Del verbo "mamar" el léxico de la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA ya recoge dos claras acepciones: «1. v. Obtener provecho indebidamente a costa de otro, de empresas o de instituciones públicas o privadas. 2. v. Tomar para sí lo ajeno, birlar. "Dejó el bolígrafo encima de la mesa, y se lo mamaron"». Aunque "mamarse algo" siempre será deleznable y penado, en los ambientes pastoriles de los cabreros es aparentemente respetado cuando se toma prestado el macho de esta forma.

De la aplicación de este decir al cotidiano vivir de los humanos, parece que en algunas ocasiones se acude al castellano "El fin justifica los medios", intentando excusar el procedimiento no muy honesto que lleva a un fin presumiblemente bueno.
 
Fuente oral: Jose Manuel Martín Reyes (La Matanza de Acentejo).

No hay comentarios:

Publicar un comentario