Sabemos
que los refranes y sentencias castellanas son adoptados en las islas, y muchos además
son adaptados a su léxico o lenguaje coloquial, llegándose a la sustitución de
animales y plantas por aquellos que se corresponden con nuestro medio natural.
En ocasiones se observa que del sentido negativo se pasa al positivo, o lo que
es lo mismo, se importan enunciados con cierto pesimismo y son aquí cantados
con optimismo.
Algo
muy distinto y novedoso acontece con este decir,
pues el tradicional castellano es antagónico al nuestro en su significado, en
sus dos versiones: "El buey suelto bien se lame", "El buey solo bien se lame".
Como
bien apunta el INSTITUTO CERVANTES, del sentido figurado que el buey alcanza a
lamerse por todas partes al no estar atado al yugo, resulta que su significado
enaltece a la persona que, por estar soltera, no tiene las ataduras del
matrimonio, o también de que quien no sirve a nadie hace su voluntad sin tener
que depender de los demás. Engrandece consecuentemente lo apreciable de la
libertad. Como lo describiera el novelista José María de Pereda y Sánchez
Porrúa (1833–1906) en su obra "El
buey suelto".
En
las islas, en cuanto a las dependencias económicas está acreditado que el
canario siempre tuvo gran preferencia por trabajar por su cuenta, de forma
autónoma, lo fuera en sus faenas en el campo, en el pastoreo y en las labores
artesanas. Intentaba de esta forma no estar subyugado al caciquismo de las
clases privilegiadas que en su condición de terratenientes siempre pretendieron la dominación, bien lo fueran
como colonos, jornaleros o aparceros.
No
debiera entenderse el término cacique
en el sentido revolucionario o marxista como algunos han pretendido
etiquetarlo, sino en la correcta etimología que nos describe Joan Corominas con
su antigüedad a 1492 «Del taíno de Santo
Domingo, donde designaba a los reyezuelos indios», que en gran manera se
sustanció en la gran emigración canaria que conoció de sus secuelas en la
sobreexplotación de los llamados "braceros"
en las grandes plantaciones.
Ese
espíritu individualista que fijaba como meta el canario para conservar su
libertad en el ámbito económico, generalmente no era seguido en el ámbito
social, donde las relaciones se estructuraban desde el modelo patriarcal que
ostentaba en la familia creada, y la relaciones de vecindad se reforzaban al
término de la jornada laboral, para converger en los lugares de encuentro, en
una nítida definición de buscar la compañía del amigo, conocido o para
compartir esos ratos de asueto.
Esta
necesidad de comunicarse con sus vecinos le lleva a preferir el pizco de ron,
el queso y las garbanzas siempre acompañado, enarbolando aquella sentencia que
le excusa de "Un buey solo no ara", pues sabe de los difícil que
es realizar esta labor con un solo buey, pues lo más adecuado es hacerlo con
una mula; a un solo buey es complicado ponerle la camella y dominarlo. Se reconoce
que después de tanto esfuerzo trabajando solo como un buey, lo apropiado es compartir
el pizco con otros vecinos, a sabiendas que es un alto en el camino hacia el hogar
familiar.
Según Cristóbal y Ruperto Barrios, en su libro "Crónica de La Guancha a través de su refranero" (Cabildo de Tenerife, 1988), también en esta localidad el "decir" "El buey suelto bien se lambe" se refiere a los paisanos económicamente desahogados. Tiene una respuesta de aquellos que, sin llegar a igual desahogo, tampoco podían quejarse: "Y el amarrado también; no se lamberá solo pero se alcanzar a lamber".
ResponderEliminarGracias por el comentario que añade más información que suma la "libertad" económica a los fines del mismo y que desconocía.
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