viernes, 10 de enero de 2014

Pa la leche que da la vaca, que se la mame el becerro




En ocasiones algunos habían que intentaban arrancar en la vida, metiéndose en negocios o iniciativas de los que esperaban rápidos resultados económicos. Al poco tiempo, cuando comenzaban a tener claro que ello no era lo que se esperaba, abandonaban tal empeño y si alguien le preguntaba las causas de su renuncia, la contestación típica era este decir.


No necesariamente el negocio que no resultaba era relacionado con el ganado como expresa el decir, pero siempre fue muy recurrente en la sociedad isleña acudir a la jerga pastoril para su mejor comprensión. Cierto es que la vaca no da leche en cantidad por su propia condición, pues requiere para liberar toda su leche que se encuentre relajada y segura, y su ordeño tiene que ser limpio y tranquilo, sin que pueda asustarse o que se le cause mal alguno, y así facilitar la bajada de la leche y la mayor producción. Y si se quiere que perdure deberá parir cada año, respetando los diez meses de ordeño para que las células encargadas de producir la leche en la ubre se recuperen apropiadamente antes del parto, para que tenga un buen calostro para alimentar al becerro y tenga una buena producción.


Si así no fuera, la vaca daría CHORREJOS, que como cuenta Pancho Guerra «Se dice despectivamente del escaso fruto que dan los animales lecheros por malos o por exhaustos en fuerza de agotar su ordeño». El recurso a "que se la mame el becerro", lo es para evitar que se produzca la RETESA, que no es otra cosa que la «Ubre llena de leche, ya casi como para estallar, que causa molestia a la cabra o vaca».


Probablemente el desespero del que se justificaba con el decir, lo era por mirarse en el espejo de aquellos a los que les iba muy bien en los negocios, aquellos de los que se contaba con envidia "se han empajado", recurriendo también a un término pastoril como nos lo cuenta el mismo autor.


«EMPAJARSE.- Enriquecerse por medio de algún óptimo negocio de lance. Colmarse de gusto hasta el mismísimo gollete al satisfacer cualquier apetito. En una época en que dieron a ciertos isleños, pescadores linces de altura y bajura, algo así como la exclusiva del pintoresco y rico negocio portuario llamado cambullón, los gangueros que la obtuvieron del mandurria se empajaron, sacándole al tráfico raja, tajada y astilla. Se podía oír también de ciertos concejales, de ciertos contables, de ciertos mayordomos y hasta de gente de Puertos Francos: "iSe están empajando!".


"Empajada" vale en castellano por "pajada para las caballerías". La "pajada" se compone de "paja mojada y revuelta con salvado que se suele dar a los animales". En Gran Canaria recibe el mismo nombre un pienso semejante, sustituido generalmente el salvado o afrecho -como se le llama también en la isla- por gofio. Debe ser gustoso y nutrido alimento para los animales lecheros, que son los que allí se regalan con ese sustento de excepción.


Se dibuja, creemos, el origen de las figuradas voces insulares. En América hispana, concretamente en Puerto Rico, conforme la Academia, dice "empajarse" de hartarse, "llenarse de cosas sin sustancia". Es cosa diferente, como se ve».


Hemos de recordar también que la utilización figurada de la "leche", es un recurso presente en las islas  asociado siempre a la obtención de dinero de remplón: «iLECHE! Exclamación, ponderativa, por tener suerte. Así, para decir que se sacó la lotería, se dice: "¡Tiene una leche ... !"», precisamente lo contrario de nuestro decir.

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