Este antiguo decir adoptado del castellano con el
seseo canario operado sobre el verbo "cazar", argumenta como idea
principal que la herencia genética de padres a hijos comporta atributos buenos
y malos, si bien siempre ha sido usado para destacar que las buenas aptitudes
del hijo son fiel reflejo de las mismas aptitudes que tenía su progenitor.
Del seseo canario
hay que destacar que muchos autores han avalado documentalmente que este fenómeno
de pronunciación se encontraba ya en el habla de los primeros españoles que
llegaron a las islas (MORERA, M.: "Algunas características del español
canario del s. XVIII", Anuario de
Estudios Atlánticos, 2004).
Las buenas
aptitudes del gato para la caza guardan relación con el desarrollo de sus
buenos sentidos, con una vista excepcionalmente adaptada a la caza,
especialmente de noche al disponer de una excelente visión nocturna, periférica
muy amplia y binocular que le permite calcular distancias con exactitud. La visión
diurna es deficiente, no es tan buena como la de los humanos. Detectan como
buen felino con más facilidad el movimiento que el detalle, si bien se cree que
distingue una limitada gama colores. Por contra su oído es extremadamente
sensible, detectando una amplia escala de sonidos que alcanza los ultrasónicos,
si bien es menos sensible a las frecuencias bajas.
Probablemente el
gato y el burro son los animales que más aparecen en el refranero español, y
este decir en concreto parece tener
sus raíces en el antiquísimo ya en desuso que reza "De padres gatos, hijos michinos", palabra esta última
con la que coloquialmente antes eran llamados los gastos, y que prácticamente
ha sido sustituida también coloquialmente por "minino". El gato es también de todos los animales
domésticos, el que más se asocia a supersticiones y leyendas, y ya en el
antiguo Egipto eran sagrados, encontrándose una divinidad con cabeza de gato llamada Bastet, o representada como un gato doméstico sentado.
Entre los distintos
refranes de gatos, encontramos otro muy usual en las islas que reza "La gata que pare deprisa, trae gatos
ciegos", sin que se conozca si esta sentencia tiene respaldo científico,
o simplemente es consecuencia de los partos anómalos, pues desde que su primera
cría entra en el canal de parto, puede tardar un mínimo de treinta minutos en nacer, y los siguientes nacerán
cada uno al menos con media hora de separación. Sí es conocido que si la gata
detecta peligro o la presencia de otros animales, retrasará el parto,
posiblemente por su instinto de protección de madre, dado que sus crías nacen sordas,
ciegas y desvalidas, permaneciendo así durante un mínimo de ocho días.
Curiosamente este conocido
mundialmente decir, en versiones similares, aparece
documentado en un antiguo proverbio italiano «La gatta frettolosa fece i
gattini ciechi», que traducido al español sería «La gata presurosa pare los
gatitos ciegos». Todas las versiones tratan de trasmitir el mensaje de hacer
las cosas con calma, y que la prisa no es buena consejera.
En las islas a la
palabra "gata" se le daba otra acepción, y así Agustín
Millares Cubas nos contaba que «Coger una gata es emborracharse, o
intoxicarse como hoy dicen las personas eruditas y bien educadas». Luego
evolucionó de alguna forma y así Pancho Guerra nos decía que "gatadas"
son «malas artes, ventajismos».
Habrá
que entender que el primero obedece a las dificultades de "coger una gata" por sus continuas esquivas
zigzagueantes, como que el perseguidor emula el zigzagueo del borracho. El segundo
posiblemente se debe a la defensa a ultranza que hacía la gata de su camada
cuando algún intruso pretendía disponer de ella y resultó aruñado por la
diligente madre.
También se escucha
en las islas un antiguo pareado que
trata de las facultades del gato en su mejor atributo:
«Hay gatos de
condición
que cogen la perdiz
volando,
otros se pasan la
vida cazando
y no cogen ningún
ratón»
pareado que en realidad
va destinado a los humanos ineptos de condición.
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