domingo, 12 de enero de 2014

No me lo amases que yo me lo como empolviao




Cualquiera al oír este decir podría entender que hace referencia a los gustos culinarios, de los que prefieren comer el potaje con gofio amasado aparte, a comerlo espolvoreando el gofio sobre el plato.


Su intencionalidad es totalmente distinta y nada tiene que ver con el potaje o cualquiera otra comida, como el almuerzo como aquí decimos. La locución "polveárselo con gofio" es una expresión de despecho, de cuando dos discuten por conseguir algo y uno de ellos termina por desistir lanzando este decir.


Nos lo cuenta Pancho Guerra cuando recoge «Polveárselo con gofio es otra frase que equivale a la castellana:

— "Quédeselo usted hombre". "Buen provecho que le haga...".

Pinito contesta con evasivas a su amiga Remeditos que le pide prestado el mantón de Manila para ir al baile del "Club Náutico". La solicitante, despechada, exclama:

— Pa nada se lo quiero. Que se lo polvee con gofio».

Esta expresión que surge como hemos dicho en la discusión por algún objeto, guarda relación con el almuerzo canario, pues cuando la discusión lo es por algún hecho o circunstancia en la que obstinadamente no se ponían de acuerdo, el que desistía creyéndose que le asiste la razón, lanzaba otro decir "No te vayas pa que almuerses", también vinculado al mismo momento culinario. Este último lo define el mismo autor como «dicho popular de sentido burlesco, que se aplica, como remate de alguna fastidiosa discusión, a quien se emperra en algo absurdo o tonto».


Conviene aclarar la importante diferencia del significado en las islas del ALMUERZO, pronunciado almuerso con el seseo canario: «Es en Gran Canaria, por antonomasia, la comida fundamental del mediodía. En el Diccionario figura también con esta acepción, pero es de comprobación fácil que el almuerzo isleño se llama en la Península "comida", y "cena" la de la noche. En la edición del texto de la Academia correspondiente a 1939 figura como "comida que se toma por la mañana o durante el día, antes de la principal". Y así, como especie de refrigerio, sigue empleándose en las regiones peninsulares».


Actualizando la información reproducida de Pancho Guerra, el DRAE incluye ahora tres acepciones que etimológicamente vienen del artículo árabe al- y del latín morsus 'mordisco': «1. m. Comida que se toma por la mañana. 2. m. Comida del mediodía o primeras horas de la tarde. 3. m. Acción de almorzar. 'El almuerzo duró dos horas'».


Hay una vieja referencia bibliográfica de mitad del siglo pasado sobre las comidas de los labradores en estas islas que nos ilustran aún más de su percepción por los foráneos:

«La alimentación de los labradores, en Canarias, lo mismo que la de otras clases sociales, presenta, como es natural, características especiales. Casi la esencial es la sustitución del pan por el gofio entre los trabajadores y labradores, gofio de trigo o de maíz según las islas.


La gente del campo no desayuna. A las diez toman el medio almuerzo, compuesto de "tumbo del puchero", que es el fondo del caldo con algo de patata y residuos de la noche anterior, acompañado de gofio. De dos y media a tres toman el «ayantar», donde no faltan el "sancocho" o sea pescado salado cocido, con boniatos o papas sazonados con "mojo", salsa muy picante que emplean constantemente también para el gofio. La cena suele ser el puchero canario, al que echan además de lo habitual en el castellano, piña, o mazorca de maíz tierna, boniato, peras verdes o bien el "escaldón", especie de papilla de gofio y calabaza, chayota, etcétera. A lo que en meriendas o comidas entre horas acompaña al pan o al gofio, sea lo que sea lo llaman "conduto"». (DE HOYOS SANCHO, N.: "Comidas profesionales. Labradores y pastores", Revista de estudios políticos, 1951).


Se documentó bien la escritora cántabra, pues su significado sobre el tumbo viene a coincidir con la segunda acepción que aporta actualmente el diccionario de canarismos de la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA: «Caldo que sobra del puchero del día anterior, con algunos restos de sus componentes sólidos. 'No sé qué le gusta más, si el puchero o el tumbo'».


De lo comentado cabe inferir  que el decir "No te vayas pa que almuerses" de dos tozudas cabezas duras, no es una invitación a un festín o una comilona, sino a compartir lo que sobró del puchero de la noche anterior, porque bueno es lo bueno, pero no lo demasiado después de tanto discutir.

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