Probablemente
esta expresión nos llegó de fuera, y en las islas enraizó por la gran
cantidad de mirlos que se daban en las plataneras y en las higueras, y
en muchos más cultivos frutales donde acostumbran a picar la fruta y
poner de mal humor al agricultor.
El mirlo ya ha ocupado muchas "ciudades del interior" de las islas, y
es habitual escuchar como entonan su repetitivo canto cuando el sol despunta,
a modo de despertador encaramados en las altas antenas.
Con
notable presencia en la zona mediterránea y más allá de los mares,
siempre se había creído que todos eran con plumas de color negro, algo
más pardas en el género femenino. Luego se descubrió la rara existencia
de mirlos con el plumaje blanco.
Esta
rareza dio pie a este despectivo decir que se le dedica a las personas
que generalmente son consideradas "raritas", por sus costumbres, por sus
manías, o simplemente por su difícil trato.
Más
recientemente se ha positivado el dicho en "Eres un mirlo blanco",
dedicado normalmente a aquellas personas que profesional o laboralmente
destacan entre el común.
Normalmente
es una lisonja que se les decía a los que trabajaban más allá de su
horario "legal", circunstancia que en el momento actual habría de
generalizarse dado que la oferta de trabajo es poca, la demanda
demasiada, y se ha adquirido el injusto trato de contratar por horas y
exigir trabajar por muchas más. Cada día más cerca de la esclavitud de
los "mirlos blancos, desde que despunta el sol".
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