Recuerdo que cuando era niño, los más necesitados
acostumbraban a pasar por las casas pidiendo comida y ropa, y algunos habían
que la necesidad era tanta que acudían diariamente para recibir un plato de
comida caliente. Observa que tocaban suavemente y con cierta temeridad en las
puertas, y al oír la pregunta de ¿Quién
es? que en alta voz le hacían, contestaban con bastante claridad "Pas".
Era la respuesta habitual cuando se tocaba en las puertas entreabiertas que se mantenían con un pequeño gancho sujetas al bastidor, muy al uso en Arucas y entendía que también en muchos otros lugares. No entendía el significado de esa palabra "Pas" que se daba por respuesta, palabra que no encontré en el pequeño diccionario que tenía. Cansado de permanecer en la ignorancia le pregunté a mi padre, quien me aclaró que se decía "Paz", mal entendida por el seseo que nos caracteriza a los canarios al hablar, y que su origen estaba en la frase de "Gente de paz" de años atrás.
Aclarado que me quedó, no le di más importancia al entender que era una frase más de los cristianos, por la influencia que en la sociedad de entonces tenían los curas. Pasadas algunas decenas de años, por el relato de unos lugareños de Montaña Cardones conocí del origen de la frase "Gente de paz".
Quedaban atrás los tiempos de los obligados silencios y contaban que en los años de la Guerra Civil se dieron las famosas "sacas nocturnos", donde algunos vecinos eran sacados al amparo de la nocturnidad por los violentos falangistas, que se agudizaron en los primeros meses de 1937 cuando muchos de los sacados de sus hogares habían sido horas antes puestos en libertad, por los militares en el Lazareto de Gando, al no existir causas contra ellos. Se sabía que las diferencias ideológicas o militancias frente-populistas eran las menos, y las más, derechos de pernada no consentidos, tierras y casas, la queja por la miseria de jornal, o simplemente, la afición a la violencia de los autores.
Decían que surgió un opositor no previsto, el cura de Cardones al que sus vecinos llamaban con respeto "don José Déniz", y después por su gran corpulencia "el Cura grande", quien desde el púlpito se atrevía a encararse y decir aquello de «Márchensen, que mis ovejas están bien guardadas». Pero su implicación llegó a más, al extremo de obligar a algunos le informaran de qué vecinos estaban en sus listas negras para esa noche.
Se dice también que fue así como creó un sistema de "avisadores" que se acercaban cada noche a la casa del vecino para decirle «sale por patas que hay mojo con morena». Y como nadie ya mantenía entre-abierta su puerta, tuvo el párroco que inventarse una contraseña para que distinguieran al buen mensajero de los violentos. Y nació como respuesta el "Gente de paz".
Probablemente "el Cura grande" conoció por algún emigrante repatriado aquel villancico tradicional venezolano que dice:
Tun, tun, ¿Quién
es? Gente de paz.
Ábranos la
puerta que ya es navidad.
Que venga el
comisario primero a averiguar
si son
personas de orden o quieren perturbar.
De su letra parecen deducirse similares circunstancias a las vividas en estas islas, con acertada elección como contraseña. Y por su noble y valiente comportamiento, el párroco de Montaña de Cardones es recordado por sus vecinos aún mucho "más grande" de lo que era de tamaño. Vecinos que viendo lo que pasaba en el "Pozo de don Paulino", crearon para el recuerdo el topónimo de "Llano de las Brujas", que se emularía también cerca de Los Giles, testificando así que las luces que veían no eran aquelarres de brujas, sino las camionetas que llevaban a los pobres desgraciados que sacaron de sus hogares.
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