Desde que José interpretara el
sueño del faraón referente a los sietes años de vacas flacas y los siete de
vacas gordas, de alguna manera se asoció la vaca a la felicidad del género
humano, y en particular al disfrute de los buenos acontecimientos.
Pero la realidad de la vida, es
otra muy distinta, y creer que las cosas buenas son imperecederas, puede acarrearnos
problemas no esperados. Se sabe que la psicología del hombre canario es
sumamente temerosa y dubitativa, y se asocia al temor que secularmente le venía
del mar, llámense corsos ingleses, franceses u holandeses, sin olvidar los berberiscos
o moriscos, que continuamente acosaron las islas para saquear y llevarse rehenes
por los que pedían buenos rescates.
Dicen los investigadores que de
ese secular temor, enraizaron en nuestro léxico esos modismos tan particulares
de contestar escuetamente a cualquier pregunta de quién consideramos extraño, en
alguna de las siguientes formas: ¡A LO MEJOR!; ¡TAL VEZ!; ¡PUEDE!.
Como quien hace un
"margullo" hasta ver de qué va quien nos pregunta, son todas
respuestas tan dubitativas que a ese
interlocutor que no conoce de nuestra forma de expresarnos, lo dejamos como
decimos "nadando en seco". En algunos casos, volverán a preguntar: ¿A
LO MEJOR DE QUÉ?; ¿TAL VEZ QUÉ?; ¿PUEDE QUÉ?.
Es probable que de esa
particular forma de ser y pensar surgiera este decir para "curarnos en salud",
y como aquí cualquiera, conoce MÁS o MENOS algo de vacas, pues unos las ordeñan
y otros han tomado en una escudilla con gofio su leche, damos por sabido que
cualquiera de ellas será lechera entre 9 o 10 meses. Pensamiento ejemplarizante
que aplicamos a los buenos momentos de la vida, pues A LO MEJOR, esos buenos
momentos se acaban, al igual que la leche a la vaca.
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