Como cuando decimos que del cielo no llueve "el dinero", ni
las riquezas. El entorno pastoril se presta de forma irónica, con su acrisolada
experiencia del día a día, que aún siendo difícil de conocer si una cabra está
preñada por su propia constitución, sabe perfectamente que durante esos 150
días habrá tenido ocasión de ver que a una cabra joven del otro pastor le ha
crecido la ubre, y si ha parido dos o más cabritos, la tendrá que haber visto
más ancha que lo normal.
Lo que tiene muy claro, es que los cabritos no caen del cielo, y si un
pastor aparece con cabritos nuevos: o tuvo cabras preñadas o los "apañó",
pues el que compra nunca los vende.
De ahí este axioma tan evidente de que "de algún lado le
vienen". Se le dedica a aquellos que viven muy bien con buenos dineritos,
y no se les conoce "ni oficio, ni beneficio".
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