A
lo largo de la historia de siglos se fue forjando el campesinado canario. Vivía
de las labores del campo, de su "cacho
de tierra", como campesino independiente enarbolando su espíritu de
libre iniciativa que tanto molestó a las élites dominantes insulares que en
muchas ocasiones intentaron doblegarla. Fue ese espíritu de libre iniciativa el
que le impulsó en los tiempos difíciles a buscarse la vida más allá de los
mares, trabajando duro en la emigración "llenando
la bolsa", con el constante recuerdo de aquello que en las islas había
dejado para volver como indiano.
Pocos
conocieron del alfabeto, por su baja condición social, y todo el peso de su cultura
fue oral. Trabajaba la tierra de sol a sol, sin levantar la cabeza, escuchaba
los sonidos de la naturaleza, de los animales, para conocer si venían las
lluvias o los calores. En la soledad del campo llegó a distinguir a sus vecinos
por su "cloquío", pues además
del mestizaje de lenguas, su paciente escuchar
le permitía conocer el timbre de la voz de cada uno de ellos, porque
distinta era la caja de resonancia de cada uno. Como buen observador sabía que
el "cloquío" de un hijo o
hija se parecía al de su padre o madre, porque adivinaba que también se parecerían
sus cajas de resonancia.
Y la
influencia de su campesinado la trasladó a este decir, pues llegó a conocer de su inestimable compañera en las
labores: la burra. Si padecía de mal de amores por falta de compañía, o de
ardores por su inflamada panza llena de lombrices que necesita purgar, o si rebuznaba
cuando sus dientes ya no trituraban la paja.
Pancho
Guerra contó muy bien lo que significaba: «CLOQUIDO.- Se dice del metal timbre de voz de una persona. (El isleño que oye
hablar a alguien y sin verlo lo descubre por su acento peculiar, “lo ha sacado por el cloquido”.
También se dice, que “conoce a la burra
por los peos”. El antecedente de esta voz es, sin duda, el “cloquear”
castellano)».
Y así fue como nuestro campesino, conocía por las
ventosidades a su burra, y por el "cloquío"
a las personas que le hablaban mientras el no levantaba la cabeza para no dejar
de trabajar la tierra, o quién era "el padre de la criatura" con aquel
igual "cloquío".
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