domingo, 10 de noviembre de 2013

Vas a sacar leche de un tuno




Si algo tenemos claro en estas tierras de tunos es que difícilmente se puede sacar leche a partir de un tuno, cuestión que tampoco se solucionará aumentando el número de tunos o higos chumbo como le llaman fuera de las islas.

Nuestra conocida tunera, que traída de México se plantó primero para marcar los linderos de los cercados de distintas propietarios y que a finales del siglo XIX de forma generalizada para los aprovechamientos de la cochinilla y que tantos trabajos y dineros reportó a las islas hasta que se inventaron las anilinas, es llamada de distintas formas por el mundo: nopal, chumbera, palera o higuera de palo, científicamente Opuntia ficus-indica.

La pulpa del tuno se compone de gran parte de agua y azúcares que conforman una buena fuente de calorías, con vitaminas “A1”, “B1”, “B2” y “B3”, como también ácido ascórbico, calcio, potasio y fósforos, normalmente nos los comemos enteritos, después de practicar el arte de pelarlos tras haber barrido las pequeñas púas de su piel, cortar los dos casquetes "polares" y hacer un corte vertical con la navaja como si trazáramos el paralelo 28 entre los dos "polos", para abrirlos y ponerlos en la nevera.

Pero como sabemos, del tuno la mitad es pulpa y la otra mitad son sus muchas pipas, difíciles de digerir que nos pueden producir "complicadas retenciones en el tráfico rodado del intestino y en la salida del túnel". En los tiempos actuales muchos optan por poner los tunos en la batidora y añadir zumo de limón y algo de agua para convertirlo en un rico y nutritivo refresco que es buen laxante y ayuda a nuestro sistema inmunológico, con buenas propiedades cardiovasculares y nutricionales. Pero lo que es sacar "leche del tuno"  es tan imposible como sacar aceite de un ladrillo. Parecido por tanto a lo que en la península decían: "Más aceite da un ladrillo".

No resultaba extraño escuchar este decir cuando alguien pidiendo consejo comentaba que iba a iniciar un cultivo o un negocio, y cuando el amigo consultado por su conocimiento o experiencia, sabe de las dificultades o complicaciones del mismo y presuponía que estaba condenado al fracaso, sin más dilación largaba esta sentencia.

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