Si
algo tenemos claro en estas tierras de tunos es que difícilmente se puede sacar
leche a partir de un tuno, cuestión que tampoco se solucionará aumentando el
número de tunos o higos chumbo como le llaman fuera de las islas.
Nuestra
conocida tunera, que traída de México se plantó primero para marcar los
linderos de los cercados de distintas propietarios y que a finales del siglo
XIX de forma generalizada para los aprovechamientos de la cochinilla y que
tantos trabajos y dineros reportó a las islas hasta que se inventaron las
anilinas, es llamada de distintas formas por el mundo: nopal, chumbera, palera
o higuera de palo, científicamente Opuntia
ficus-indica.
La
pulpa del tuno se compone de gran parte de agua y azúcares que conforman una buena
fuente de calorías, con vitaminas “A1”, “B1”, “B2” y “B3”, como también ácido
ascórbico, calcio, potasio y fósforos, normalmente nos los comemos enteritos,
después de practicar el arte de pelarlos tras haber barrido las pequeñas púas
de su piel, cortar los dos casquetes "polares" y hacer un corte
vertical con la navaja como si trazáramos el paralelo 28 entre los dos "polos",
para abrirlos y ponerlos en la nevera.
Pero
como sabemos, del tuno la mitad es pulpa y la otra mitad son sus muchas pipas, difíciles
de digerir que nos pueden producir "complicadas
retenciones en el tráfico rodado del intestino y en la salida del túnel". En
los tiempos actuales muchos optan por poner los tunos en la batidora y añadir
zumo de limón y algo de agua para convertirlo en un rico y nutritivo refresco que
es buen laxante y ayuda a nuestro sistema inmunológico, con buenas propiedades cardiovasculares
y nutricionales. Pero lo que es sacar "leche
del tuno" es tan imposible como
sacar aceite de un ladrillo. Parecido por tanto a lo que en la península decían:
"Más aceite da un ladrillo".
No
resultaba extraño escuchar este decir
cuando alguien pidiendo consejo comentaba que iba a iniciar un cultivo o un negocio,
y cuando el amigo consultado por su conocimiento o experiencia, sabe de las
dificultades o complicaciones del mismo y presuponía que estaba condenado al
fracaso, sin más dilación largaba esta sentencia.
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