lunes, 4 de noviembre de 2013

Se me está llenando la cachimba




Es expresión muy usada cuando se está acabando la paciencia, porque aunque se presuma de "paciencia de hormiga" como se dice, ésta tiene un límite. La paciencia se visualiza en la calma y sosiego del canario cuando llena su cachimba con tabaco picado, que lo hace con suma tranquilidad. ¡Tenga usted paciencia! quizás sea la respuesta más habitual cuando alguien nos exige o demanda algo apresuradamente.

De siempre se ha dicho que el canario tiene una paciencia con un límite muy alto, y algunas teorías sostienen que se debe a su condición de isleño por la relajada contemplación de las olas del mar que le rodea, atributo que traslada a todos sus comportamientos.

Así lo señalaba Miguel de Unamuno en su obligado destierro en Fuerteventura cuando decía "Mi amigo Flitch, que conocía mi afición a matar tiempo perdido y a adormecer la imaginación sobreexcitada haciendo solitarios con la baraja -juego de paciencia, que dicen aquí-, me ofreció una baraja francesa para que lo hiciese".

Llegó el escritor a contagiarse y evocaba que el mar y la constante visión de las olas apaciguaban sus ansias, dándole ejemplo de paciencia y de humildad: "Olas que sois ensueños del Océano, y en cuya vista mi morriña anego".

Pero a pesar de nuestro particular atributo de exquisita paciencia, cuando las circunstancias y abusos desbordan la capacidad de aguante, la "cachimba" termina por llenarse, y la paciencia se quiebra. Hay una historia real, pequeña de contar, pero muy larga en los tiempos que transcurrieron, que nos permite dibujar el escenario con algunos decires añadidos que la ilustran. Sucede con la basílica de Teror, razón por la que hemos incluido en la cabecera la imagen de una de las romerías, y las secuencias que hemos extraído, resumidas del relato del historiador Antonio de Béthencourt Massieu, son las siguientes.

«El segundo templo, obra de Bartolomé Díaz tuvo que ser sustituido entre 1760 y 1767 por el trazado y dirigido por el coronel don Antonio de la Rocha, que es el que hoy contemplamos, pero que diecinueve años después de bendecido comenzó a ofrecer problemas de conservación, a causa de la cimentación en un suelo por donde discurrían aguas.

"Con la iglesia hemos topado"
Si en un principio el obispo don Manuel Verdugo era partidario de su reparación, los informes de prestigiosos técnicos le convencieron para que fuera desmantelado y reedificado en las Capellanías del Hoyo a unas mil varas del emplazamiento del existente, trasladando la venerada imagen y el culto interinamente a una sala de la casa de la Diputación capitular (30-VI-1804). La reacción del pueblo fue de una oposición radical.

Pretendían repararlo o reconstruirlo, pero en el solar donde estuvo enraizado el pino de la aparición de la imagen. El Síndico personero de la villa acude ante la audiencia (27-VI-1806) y como el prelado no contestara al requerimiento del tribunal, presentó ante el mismo un recurso de fuerza contra la actitud del diocesano.

El fiscal Ossés estima ante la audiencia que "la querella compete... al Real Supremo Consejo de la Cámara de Castilla" por tratarse de un templo de diócesis de patronato, en conformidad con el R.D. de 5 de agosto de 1791 y al tribunal como órgano subdelegado de la Cámara en este tipo de jurisdicción.

"Las cosas de palacio van despacio"
(...) Verdugo eleva al rey sus quejas y protestas como obispo. Lamenta la interferencia de la audiencia en "asunto tan urgente que era privativamente suyo, porque si no era propio de un obispo disponer del rebaño que había e congregar sus obejas para darles pasto espiritual y el lugar donde se havía de celebrar el culto divino, no entendía en qué podía entrar un Prelado". Porque si era la audiencia, "no le quedaba más que arrimar el báculo y descansar", aún reconociendo lo que sobre templos dispone la Recopilación. Solicita se anule el recurso de fuerza y la abstención del tribunal en los asuntos eclesiásticos, como venía aconteciendo. Entre tanto la audiencia solicita nuevos informes al obispado, cabildo y ayuntamiento de la villa.

(...) Remite el tribunal el expediente a la Cámara (1-VII-1806) que junto con la carta de Verdugo (22-XI-1807) son trasladados en la corte al Consejo de Castilla, que trata de eludir una decisión, remitiendo el expediente a la Real Academia de San Fernando. Ésta lo devuelve sobre la marcha, por carecer de los planos.

El fiscal del Consejo dictamina (22-XI-1807) que al ser el templo dependiente del Patronato necesita licencia real y administración de las cuentas por parte de la audiencia, (...)

"Se me llenó la cachimba"
La retención de la venerada imagen en Las Palmas, donde había sido trasladada el 16 de julio de 1808 en rogativa ante el secuestro de Fernando VII y la invasión napoleónica, acabaron con la paciencia de los terorenses, que se alzaron en motín y sufrieron la represión. Fue entonces -nos dice Rumeu de Armas- cuando la Audiencia con gran sentido político resolvió por su cuenta y riesgo que diesen comienzo las obras de restauración, con arreglo a los planes de Lorenzo Cáceres».

Puede apreciarse del resumido relato, que aunque la paciencia sea un atributo de la gente de las islas, cuando surge de urgencia un problema aproximadamente en 1786, con algo tan importante como es la basílica de Teror, cuya solución se alargaba en el tiempo y después se apunta construirla en otro lugar, alejada del emblemático lugar donde estaba el pino "santo".

Después, cuando el pueblo hace la denuncia formal, se inicia otro largo período de discusiones legales sobre cuál es el órgano competente, y amparándose en ellas se retiene la imagen de la Virgen del Pino en la Catedral, al final está tan llena la "cachimba" de los terorenses que se amotinan después de estar 22 años sufriendo en sus más queridos sentimientos. No era para menos. 

1 comentario:

  1. Vivan los terorenses, vivan los grancanarios, vivan los canarios todos !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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