Es
expresión muy usada cuando se está acabando la paciencia, porque aunque se
presuma de "paciencia de
hormiga" como se dice, ésta tiene un límite. La paciencia se visualiza
en la calma y sosiego del canario cuando llena su cachimba con tabaco picado,
que lo hace con suma tranquilidad. ¡Tenga usted paciencia! quizás sea la respuesta más habitual cuando alguien nos
exige o demanda algo apresuradamente.
De siempre se ha dicho que el canario tiene una paciencia con
un límite muy alto, y algunas teorías sostienen que se debe a su condición de
isleño por la relajada contemplación de las olas del mar que le rodea, atributo
que traslada a todos sus comportamientos.
Así lo señalaba Miguel de Unamuno en su obligado destierro en
Fuerteventura cuando decía "Mi amigo Flitch, que conocía mi
afición a matar tiempo perdido y a adormecer la imaginación sobreexcitada
haciendo solitarios con la baraja -juego de paciencia, que dicen aquí-, me
ofreció una baraja francesa para que lo hiciese".
Llegó
el escritor a contagiarse y evocaba que el mar y la constante visión de las
olas apaciguaban sus ansias, dándole ejemplo de paciencia y de humildad: "Olas que sois ensueños del Océano, y
en cuya vista mi morriña anego".
Pero
a pesar de nuestro particular atributo de exquisita paciencia, cuando las
circunstancias y abusos desbordan la capacidad de aguante, la "cachimba" termina por
llenarse, y la paciencia se quiebra. Hay una historia real, pequeña de contar,
pero muy larga en los tiempos que transcurrieron, que nos permite dibujar el
escenario con algunos decires añadidos
que la ilustran. Sucede con la basílica de Teror, razón por la que hemos
incluido en la cabecera la imagen de una de las romerías, y las secuencias que
hemos extraído, resumidas del relato del historiador Antonio de Béthencourt
Massieu, son las siguientes.
«El segundo templo, obra
de Bartolomé Díaz tuvo que ser sustituido entre 1760 y 1767 por el trazado y
dirigido por el coronel don Antonio de la Rocha, que es el que hoy
contemplamos, pero que diecinueve años después de bendecido comenzó a ofrecer
problemas de conservación, a causa de la cimentación en un suelo por donde
discurrían aguas.
"Con la iglesia hemos
topado"
Si en un principio el
obispo don Manuel Verdugo era partidario de su reparación, los informes de
prestigiosos técnicos le convencieron para que fuera desmantelado y reedificado
en las Capellanías del Hoyo a unas mil varas del emplazamiento del
existente, trasladando la venerada imagen y el culto interinamente a una sala
de la casa de la Diputación capitular (30-VI-1804). La reacción del pueblo fue
de una oposición radical.
Pretendían repararlo o
reconstruirlo, pero en el solar donde estuvo enraizado el pino de la aparición
de la imagen. El Síndico personero de la villa acude ante la audiencia
(27-VI-1806) y como el prelado no contestara al requerimiento del tribunal, presentó
ante el mismo un recurso de fuerza contra la actitud del diocesano.
El fiscal Ossés estima ante la
audiencia que "la querella compete... al Real Supremo Consejo de la Cámara
de Castilla" por tratarse de un templo de diócesis de patronato, en conformidad
con el R.D. de 5 de agosto de 1791 y al tribunal como órgano subdelegado de la
Cámara en este tipo de jurisdicción.
"Las cosas de palacio van
despacio"
(...) Verdugo eleva al rey sus quejas
y protestas como obispo. Lamenta la interferencia de la audiencia en "asunto
tan urgente que era privativamente suyo, porque si no era propio de un obispo
disponer del rebaño que había e congregar sus obejas para darles pasto
espiritual y el lugar donde se havía de celebrar el culto divino, no entendía
en qué podía entrar un Prelado". Porque si era la audiencia, "no le
quedaba más que arrimar el báculo y descansar", aún reconociendo lo que
sobre templos dispone la Recopilación. Solicita se anule el recurso de fuerza y
la abstención del tribunal en los asuntos eclesiásticos, como venía
aconteciendo. Entre tanto la audiencia solicita nuevos informes al obispado,
cabildo y ayuntamiento de la villa.
(...) Remite el tribunal el expediente
a la Cámara (1-VII-1806) que junto con la carta de Verdugo (22-XI-1807) son
trasladados en la corte al Consejo de Castilla, que trata de eludir una
decisión, remitiendo el expediente a la Real Academia de San Fernando. Ésta lo
devuelve sobre la marcha, por carecer de los planos.
El fiscal del Consejo dictamina
(22-XI-1807) que al ser el templo dependiente del Patronato necesita licencia
real y administración de las cuentas por parte de la audiencia, (...)
"Se me llenó la cachimba"
La retención de la venerada imagen en
Las Palmas, donde había sido trasladada el 16 de julio de 1808 en rogativa ante
el secuestro de Fernando VII y la invasión napoleónica, acabaron con la paciencia de los terorenses, que se alzaron en
motín y sufrieron la represión. Fue entonces -nos dice Rumeu de Armas- cuando
la Audiencia con gran sentido político resolvió por su cuenta y riesgo que
diesen comienzo las obras de restauración, con arreglo a los planes de Lorenzo
Cáceres».
Puede apreciarse del resumido relato, que aunque la paciencia
sea un atributo de la gente de las islas, cuando surge de urgencia un problema
aproximadamente en 1786, con algo tan importante como es la basílica de Teror, cuya
solución se alargaba en el tiempo y después se apunta construirla en otro lugar,
alejada del emblemático lugar donde estaba el pino "santo".
Después, cuando el pueblo hace la denuncia formal,
se inicia otro largo período de discusiones legales sobre cuál es el órgano
competente, y amparándose en ellas se retiene la imagen de la Virgen del Pino
en la Catedral, al final está tan llena la "cachimba"
de los terorenses que se amotinan después de estar 22 años sufriendo en sus más
queridos sentimientos. No era para menos.
Vivan los terorenses, vivan los grancanarios, vivan los canarios todos !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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